Estamos otra vez encima de la fiesta de la agricultura. El año pasado con los "Decadentes" y Abel Pintos, este con Miranda, el año que viene con cualquier otro. Lo terrible es que si nos ponemos una mano en el corazón, si nos sinceramos con nosotros mismos, a un año, del otro 8 de setiembre, vemos, tristemente, que la ciudad está en el mismo lugar. O más atrás que el año pasado. ¿Dónde están entonces aquellas promesas que, para colmo, hasta escbribieron en el presupuesto, aquellos ilustres versos que nos hicieran la Intendenta con sus "equipos técnicos" para sacarnos un peso más de contribución, donde están, se podrá saber donde están? Basta con leer el presupuesto, ver la plata que recaudaron y constatar si la aplicaron en lo que dijeron que la iban a aplicar. ¿Qué hicieron? Sería bueno que salgan a explicarlo porque a simple vista no se ve nada de nada.

Las crisis son nuestra propia creación. Hay cosas que están en nuestras manos y otras que no, pero aún a aquellas que no están en nuestras manos les dimos vida creyendo en ellas.  Si hoy hay un gobierno municipal que no hace nada, es porque en algún momento se creyó en él, nada crece si no ha sido regado. Pero las crisis nos vienen a enseñar, nos enfrentan a posibilidades, nos muestran caminos. La primera lección es que tenemos que detenernos para ponernos a pensar, y hacer una opción. En Esperanza, este fracaso que ya lleva 5 años, tendría que dar lugar a que las personas se reencuentren a un nivel mucho más profundo de reflexión y de diálogo. Ahora, Meiners y sus amigos, llegarán a los hogares con el llanto repetido de que "no les alcanzan los recursos",  que es necesario aumentar las tasas para hacer lo que tienen que hacer en el 2013 (o sea NADA), la historia repetida, la loca rutina, la mentira compulsiva,  que nos lleva a pensar que en los 8 de setiembre que se vendrán estaremos igual o peor que este año.