El que no pueda creer que Menem vaya primero en intención de voto en provincias importantes es posible que termine por pensar que en la Argentina puede pasar cualquier cosa. ¿El preso de ayer resulta que hoy encabeza las encuestas? ¿El que vendió todo, el sospechado de todo (hasta de atentados grossos), con cuentas truchas en Suiza, aeropuerto propio y otras yerbas ...? Y si, parece que es así nomás. ¿Cómo se explica? Si es que este rumor, evidencia o como se llame tiene alguna explicación, la misma habría que buscarla en el protagonismo crucial que tienen los medios de difusión hoy en día. Siempre, desde que la democracia hizo su aparición, estos instrumentos fueron usados por una o varias minorías para proyectar en la masa estímulos, (ideas, imágenes y mitos), susceptibles de orientarla y hasta condicionarla, con el fin de hacerle adoptar determinadas actitudes.

Hasta la primera guerra mundial el único medio de difusión existente era la prensa, a través de la cual se difundían (como se sigue haciendo), ideas simplistas e informaciones distorsionadas. No se salía, por lo tanto, del campo de la propaganda clásica. La radio no agregó gran cosa a los procedimientos de los diarios y periódicos, apenas lo que la fuerza de penetración del sonido pudo crear en los oyentes, nada más que algunos sencillos reflejos condicionados. El actual empleo, paralelamente con la prensa escrita -cada vez más perversa e ilustrada- y la radio, de medios audiovisuales como la televisión ha modificado completamente la situación.

Por un lado, en efecto, la imagen audiovisual se impone a la mente, y en especial al subconsciente, con un poder casi irresistible. Por otro lado, el excesivo flujo de imágenes de este tipo supera la capacidad intelectual de ordenamiento de la mayor parte de los individuos cuyas defensas mentales quiebra (¿ésos lo votarán al turco?). En fin el condicionamiento audiovisual, la inducción de conductas a través de imágenes hoy resulta muy fácil de crear.

La opinión pública depende, pues, cada vez más de la presión que ejercen sobre ella los medios de difusión. Y éstos dependen del dinero. Si observamos detenidamente lo que gastaron los distintos candidatos en la campaña veremos que el candidato Carlos Saúl Menem ha invertido seis o siete veces más que el resto de los postulantes. La estructura creada por el menemismo durante sus años en el poder es la que se está haciendo notar en esta campaña, que tenga o no un resultado feliz depende de la calidad del pueblo argentino, que tan memoriosos somos y cuánto de masa influenciable tenemos. Aunque debemos reconocer que la ventaja que lo asiste es para tener en cuenta. ¿Esta elección nos abrirá las puertas del cielo o del infierno? ¿Habrá plagas nuevas o ya las hemos padecido todas?