La ciudad tiene una rica historia cultural.  Tiene grandes referentes como Pedroni, Evaristo Stessens, Stein, Laureano Maradona, hasta Eduardo Rudy nos recuerda lo que fuimos.  Ernie Borla, contemporánea, alguno músicos notables que andan por el mundo, en fin, todos sabemos donde debemos mirarnos. ¿Qué ha quedado de todo aquello?  Unos cuantos intentos privados, sedientos de recursos, impulsados por entusiastas (casi heroícos) conciudadanos que no se resignan a la mediocridad y la ausencia cruel del Municipio en todos y cada uno de los proyectos que se negaron y que hoy, lamentablemente, no aparecen más, frustrados por las negativas y la insensibilidad.

La cultura supone algo más que acomodar la garganta y las cuerdas. Mucho más que entrenar las manos para que dominen con gusto el lápiz y los pinceles. La garganta, las cuerdas y los pinceles, están dentro de un cuerpo manejado por un cerebro y es allí donde se empiezan a crear cosas mucho mas bellas que el sonido de las cuerdas.  Se comienzan a expresar pensamientos, sentimientos, colores, olores, amarguras, desengaños, alegrías, lo que experimenta cualquier humano que actúa, que pinta, que canta.

Hoy hemos perdido todo eso. Ni siquiera intentamos un plan para, por lo menos, recuperar un poco de lo que fuimos. Esta ciudad, por obra de funcionarios torpes, ignorantes, no puede demostrar lo que es porque ya no tiene artistas. En cada uno de sus actos la persona demuestra lo que es. Por eso la educación no debería abandonar su función de abrir a los niños y jóvenes las puertas hacia las más variadas experiencias posibles, facilitando, sobre todo, su frecuentación de lo mejor que ha logrado concretar como ser humano.  Es ese el modo de garantizar que cualquier tarea que emprendan -cantar, construir un edificio, hacer política, atender a alguien que sufre: en fin, toda actividad) se recubra del enriquecedor manto que le proporciona la expreriencia acumulada de lo humano, que es la cultura.

El compartir vivencias comunes define a las comunidades y por eso, cuando nos deja un gran artista, un creador, tiene asegurada la trascendencia. No tomamos en serio la cultura. La excusa es que no hay plata para eso. Ese abandono oficial demuestra la ignorancia de nuestros funcionarios. No gastan en cultura pero gastan después el doble persiguiendo delincuentes y recuperando a los jóvenes que se cobijan en el alcohol y en la droga.