Perón dejó una piedra que estaba cargando en el Purgatorio y mirando para todos lados se arrimó y dijo: "Esperanza tiene el curioso privilegio de ser una ciudad donde conviven sin sorpresa, el cumplimiento irrestricto de las obligaciones por parte de los contribuyentes junto con la corrupción de sus funcionarios.  Mire, siguió el General, son funcionarios corruptos que salen de entre la misma gente cumplidora, una paradoja.

En ese pueblo hay Demoracia "Oral" y al mismo tiempo desprecio por las Instituciones, por eso se le niega ayuda a los bomberos, por ejemplo. Además, no se respetan las ordenanzas.

Es una ciudad donde unos pocos consumen mucho mientras crece el delito, la miseria y la mortalidad infantil. Una ciudad que ha elegido, curiosamente,  a uno de los pocos acomodados para que la gobierne.

No hay peronismo en un lugar donde unos pocos reciben los beneficios de las cosechas y aumenta el número de los que demandan comida en las instituciones de caridad.

Le toca a la oposición hoy, peronista o no peronista, descubrir y mostrar la diferencia entre la mediocridad gobernante y la excelencia, entre el crecimiento y el atraso, entre el apoyo a la instituciones y el resentimiento.

La oposición deberá proponer el programa futuro y, con inteligencia, tiene que desterrar el intolerable desprecio por la calidad, la verdad y el consenso.  De esa manera podrán evitar un futuro catastrófico y, si bien, no alcanzarán la excelencia, podrán aspirar a la gris posibliidad de ser viables, aunque mediocres.

Uno de los cancerberos del Purgatorio ordenó a Perón que siga cargando piedras. "Mire, dijo el general, lo dejo, tengo que terminar con este trabajo que me han impuesto para ver si la misericordia de Dios se apiada de mi y perdona las muchas macanas de las cuales fui responsable".  Oiga señora, antes de irse, dígame:  ¿Usted cree, general, que la señora que nos gobierna, a pesar de todo se salvará del purgatorio e irá derecho al cielo?  El otrora líder del Movimiento Peronista, nos miró con cierta compasión y sonriendo nos levantó las dos manos, como única respuesta.