AÑO 18

NUMERO 61629

Opinión

Año: 1

Número: 54

Ser bien y comunicar bien. Por Edgardo Ferrero

Lo que sucede es que todos hablamos de los políticos y nadie habla de "La Política" -me decía uno que no come barro- y tiene razón (digo yo), más vale que tiene razón. Por eso todos "guitarrean" –seguía el tipo- porque repetir como un loro lo que hacen los otros es más fácil que jugar con tierra, para el otro asunto, para hablar de los grandes temas en serio, hay que saber, eso es lo que pasa.

Tal vez –pienso yo- si quisiéramos hacer las cosas bien de ahora en más, (entendiendo por "bien" lo que está "bien" para todos, para todos los que vivimos en esta ciudad), bueno, si quisiéramos hacer las cosas bien en serio digo, tal vez tendríamos que empezar a pensar un poquito distinto. No hablar tanto del individuo y lo que hace o como lo hace, sino tratar de definir el deber ser de lo que hace. En resumen: no hablar tanto de los artistas sino del Arte. ¿Nadie define el arte en estos pagos? ¿Por qué? ¿Será porque si se define el arte como debe ser resulta que nosotros, los giles, nos daríamos cuenta que hay más charlatanes que artistas? ¿Los charlatanes la pasan bien haciéndose los artistas?
Nos cansamos de hablar de tal o de cual. "Acá somos mucho de escuchar lo que dijo fulano o mirar lo que hace mengano. Largamos alegremente nuestras críticas, pero pará un poco, porque nuestros parámetros, nuestras herramientas de medida, dejan mucho que desear". ¿Cómo criticar un acto político si ni siquiera sospechamos cual es la esencia y los fines de la Política? ¿Valoramos el esfuerzo de los artistas locales? ¿No? ¿Pero sabemos acaso lo que es el Arte? ¿No será por eso que nos cansamos de aclamar los cocoliches que nos ofrece a diario la televisión porteña? ¿No seremos un poco vagos para aprender cosas que se refieren al espíritu y la cultura? ¿Solo nos atraen los otros oficios, los que se miden en moneda? ¿Queremos una ciudad de mercaderes? ¿Sí? Digámoslo entonces y seamos honestos con los que sueñan con otros destinos menos profanos.

En fin, es verdad que no tenemos muy buenos maestros en la ciudad (por lo menos en estos asuntos), o mejor dicho no encontramos muchos tipos que hagan el trabajo de obreros en estos temas, que estudien, que investiguen y que comuniquen sin prisa y sin pausa la verdad que ilumina el camino con rigor y ciencia ("con - ciencia") a sus prójimos Por supuesto que también es cierto que la tarea no es tan sencilla, que requiere pasión, desinterés (sobre todo desinterés), mucha paciencia y una que otra cualidad que no abunda hoy en día, como por ejemplo decisión y un poquito de fortaleza de espíritu. Pero si nuestro deseo es que esta ciudad se proyecte con algo de grandeza hacia el futuro, la tarea será necesaria y más que eso, será vital. Esperanza, la ciudad de Esperanza, reclama estos trabajos. No podemos seguir navegando por mucho tiempo en los charcos de la superficialidad más absoluta. Alguno dirá que todo anduvo bien hasta ahora, puede ser, tal vez todo haya ido bien para la ciudad que fuimos, cuando el perfil de la ciudad era digamos "agrícolo ganadero" solamente , cuando la irrupción e influencia de las facultades no era tan marcado, cuando este ámbito no se ofrecía como una atractiva opción para que muchos, cuando no había tantos pensando en radicarse en una ciudad con fama de segura, limpia y –sobre todo- culta. La ciudad que crece exige que los que están se perfeccionen en lo que hacen. Los que mandan, los que trabajan, los que entretienen y los que comunican lo que se hace dan la imagen de lo que somos o solo exponen una mala copia del esperancino medio?. ¿Podremos seguir usando un idioma infantil en una ciudad universitaria? ¿Alguien se imagina lo que piensan los visitantes que nos escuchan hablar, definir, entretener y enseñar? ¿Cómo nos damos a conocer? ¿Estimulamos lo excelente, lo mejor que tenemos o le damos aire a lo mediocre, interesado y de mal gusto? Pensemos que dentro de unos pocos años esta ciudad será muy distinta. Hoy tenemos la oportunidad única de decidir lo que queremos que sea. Por supuesto que tal decisión depende de la calidad de sus dirigentes y de la pasión de sus habitantes. Así será la ciudad mañana. Una cosa o la otra.
Nuestro esfuerzo es el que manda.
 
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