AÑO 18

NUMERO 61629

Nacionales

Año: 10

Número: 465

ALDO RICO: LOS INGLESES RECIBIERON AYUDA DE LOS URUGUAYOS.

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“Nosotros decimos ‘Las Malvinas son argentinas’ y hasta los ingleses saben que son argentinas. Ellos son colonizadores y conocen bien cuáles son sus derechos y sus defectos. Pero, nos guste o no nos guste, en última instancia lo van a decidir los kelpers y no lo van a decidir en los próximos cincuenta años y no sé si en los próximos cien años”, sostiene.
“Hay un principio que a veces, a lo mejor, está por sobre todos los principios en el mundo que es la autodeterminación de los pueblos”, agrega Rico coincidiendo con el grupo de intelectuales que se atrevió a desafiar el nacionalismo maniqueo del gobierno de Cristina Kirchner, para el cual la opinión de los isleños no tiene ninguna importancia.
A los 68 años, Rico, que se hizo conocido al liderar la sublevación carapintada contra la política de derechos humanos del radical Raúl Alfonsín en la Semana Santa de hace veinticinco años, lame sus heridas luego de la derrota en las elecciones de octubre, cuando quiso retornar a la Intendencia de San Miguel, pero fue derrotado.
—¿Cómo ve la política de la Presidenta sobre Malvinas?
—Es espasmódica. Ahí hay ocho generaciones de malvinenses. Además, hay que ver el contexto; más o menos, lo explicó el canciller (Héctor) Timerman el otro día: Malvinas integra el concepto de Iniciativa de Defensa Estratégica de los Estados Unidos. Además, Malvinas les permiten a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), a los ingleses y a los norteamericanos, la proyección sobre la Antártida. Hay que entender que en Malvinas nosotros peleamos contra la OTAN, y es la futura hipótesis de conflicto para la América del Sur: la OTAN, y ellos no van por Malvinas, van por la Antártida. La Argentina es un país considerado desierto. Por eso tenemos que avanzar hacia la integración de América del Sur.
—¿Qué opina de las políticas de los otros gobiernos democráticos argentinos sobre Malvinas?
—La única política, la única estrategia que se puede recuperar en gran medida, fue la del gobierno del (presidente Carlos) Menem, al cual confronté ferozmente en todos los otros campos, en especial frente a toda la venta y destrucción del patrimonio argentino, junto con Pino Solanas en el Congreso y Hugo Moyano desde afuera. Lo único rescatable fue la política de (el canciller Guido) Di Tella respecto de Malvinas en el sentido de aproximarnos a los kelpers.
—Ahora, el hecho de haber perdido una guerra también debe influir en la eficacia de nuestro reclamo.
—Es importante. Pero de todas formas, ojo que la Argentina desde el punto de vista estratégico y político internacional quedó mucho mejor para defender Malvinas después de la guerra que antes. No es un dato menor que un país periférico como la Argentina se haya puesto de pie, con las armas en las manos, frente al anglosajón, que es el enemigo histórico. No es la primera vez que lo hacemos los criollos ¿no? Más allá de lo que podamos hablar de la oportunidad y de las circunstancias de la guerra.
—Vamos a hablar de la guerra. ¿Cuándo, dónde y cómo  se enteró de la recuperación de las Malvinas?
—Mientras me afeitaba. Me enteré a la mañana, mientras me preparaba para ir a la Escuela de Infantería; yo era oficial de la Escuela de Infantería, era jefe de los cursos del personal superior y subalterno y cursos de comandos. Tenía el grado de mayor.
—La recuperación de Malvinas, ¿era algo de lo que se venía hablando?
—No. La verdad es que es inédito que se haya mantenido el secreto.
—Luego, lo envían a San Juan, ¿no?
—Me movilizan a San Juan. Porque, en realidad, el 2 de abril de 1982 la Argentina despliega contra Chile. Nosotros desplegamos contra Chile porque se suponía que Chile podía atacarnos. Cuando desaparece la hipótesis del conflicto con Chile, la Tercer Brigada pasa a Malvinas. Ojo que, a pesar de todas las críticas que se hacen, en el conflicto los chilenos se comportaron muy bien con la Argentina.
—¿Por qué? ¿Qué podrían haber hecho?
—Habrían podido ocupar la Patagonia como lo hicimos nosotros cuando ellos estaban en guerra con Perú. Más ayuda le dieron a los ingleses los uruguayos. En Uruguay estuvo el hospital de campaña inglés.  Habría que preguntarles a los uruguayos cuántos heridos y muertos pasaron por allí. Los ingleses han tenido más muertos y más heridos que los que acusan (255 muertos contra 649 de la Argentina).
—¿Cuándo lo movilizan a Malvinas?
—Yo propongo formar una Segunda Compañía de Comandos porque ya se venían los combates en Malvinas. Y bueno, el jefe del Estado Mayor del Ejército, el general (José) Vaquero, me hace caso. El 27 de mayo ya estábamos en Malvinas y el 29 cae Darwin. Así que llegamos justo cuando comienzan los combates.
—¿Dónde se ubican en Malvinas?
—En Puerto Argentino.
—¿Qué tareas tenían?
—Entramos en combate. Nosotros, permanentemente, estábamos delante de la línea enemiga. En Monte Simón, por ejemplo, sesenta kilómetros delante de la línea enemiga. Por eso, mi compañía tiene tantos muertos y heridos. Mi compañía, que eran cuarenta hombres, tiene cinco muertos y ocho heridos, dos de ellos mutilados, todos ellos en combate; más los muertos de Gendarmería porque conmigo estaba el equipo Alacrán: cinco muertos y once heridos. La Compañía de Comandos 601, del mayor (Mario) Castagneto, también; no tiene muertos pero sí heridos. Mi compañía tenía veintitrés oficiales, dieciséis suboficiales y yo; llevaba un equipo de tres Blowpipe, el misil antiaéreo inglés, portátil, con tres soldados que no participaron en los combates.
—Usted fue condecorado en Malvinas. ¿Cuántos condecorados tuvieron ustedes, los comandos?
—Nosotros tenemos la mayor cantidad de condecorados. Si agarra la lista de muertos, heridos y condecorados, va a ver un alto porcentaje de comandos, lo cual es coherente porque nos preparan para eso, para combatir delante de la línea enemiga. Para eso nos sometemos a un curso especial, donde la norma es el límite del comportamiento humano. El curso de comando es más duro que la guerra, salvo en los muertos. Aunque yo he tenido muertos en instrucción.
—¿Cuándo se da cuenta de que la derrota se hacía inevitable?
—Cuando fuimos a Malvinas ya lo sabíamos. ¿Vamos a hablar en serio?
—Sí, claro. Es historia.
—Vamos a hablar en serio. El objetivo era la defensa de Puerto Argentino, y el objetivo se perdió de vista, absolutamente. Cuando se pierde el principio del objetivo, la guerra está perdida. En realidad, dos veces se perdió de vista el objetivo porque al principio, cuando se produce el desembarco, el objetivo era touch and go, como se dice ahora, ir y retirarse. Luego, cuando se produce el conflicto, el objetivo pasó a ser la defensa de Puerto Argentino, y se volvió a perder cuando el 26 de abril va (el presidente y jefe del Ejército, general Leopoldo) Galtieri a Malvinas y le dice al comandante, que era (el general Mario) Menéndez, que, por razones políticas, tenía que haber mayor presencia Argentina en la isla Gran Malvina. Un tremendo error.
—Ahí Galtieri perdió de vista el objetivo.
—Perdió de vista el objetivo y, además, es un concepto tremendo para un soldado: las razones políticas no influyen sobre el rendimiento de los medios. Mi helicóptero lleva diez hombres y tiene dos horas de autonomía, pero por razones políticas no puede llevar veinte hombres y tener seis horas de autonomía. Por otro lado, se llevó tropas que no tenía sentido que estuvieran allí; en Malvinas sobraban las tres cuartas partes de las tropas. Si hubiéramos defendido solamente Puerto Argentino y nos hubiéramos concentrado en Puerto Argentino, todavía, a lo mejor, estaríamos en las Islas. De hecho, caído Darwin y ya con los ingleses avanzando hacia Puerto Argentino, la posición no estaba cerrada porque los que conducían las operaciones en Malvinas suponían que los ingleses iban a atacar Puerto Argentino por mar. Pero los ingleses nunca iban a atacar por mar por la sencilla razón de que no tenían una sola lancha de desembarco. Habría sido una locura. De hecho, el desastre de ellos en Bahía Agradable es por falta de entrenamiento y falta de medios. Además, cuando les hundimos el Atlantic Conveyor y se quedan sin helicópteros y sin las pistas artificiales que iban a montar en San Carlos, se dan cuenta de que sus tropas no estaban entrenadas para caminar tanto. Y ellos atacan Darwin con un regimiento de paracaidistas súper reforzado, más la fragata Arrow en apoyo directo; luego, quieren reemplazar estas tropas con una brigada de la guardia de la Reina, pero la tienen que evacuar porque no puede llegar caminando desde San Carlos a Darwin. Ellos tienen un tremendo problema por la falta de entrenamiento. Por eso, es interesante lo que acaba de decir Julian Thompson, que fue el comandante de las fuerzas terrestres de ellos, sobre que los ingleses no pueden defender Malvinas y que nosotros tenemos buena brigada de infantería de Marina y paracaidistas y buenas tropas especiales.
—¿Considera que Galtieri no pudo manejar el tema del entusiasmo popular que despertó la recuperación de Malvinas?
—Mire, uno no puede hablar de estrategia y de conducir una guerra sin cultura general y sin cultura profesional. La conducción militar de esa época tenía muy  poca cultura; en principio, hay que conocer al enemigo. Los ingleses nunca entregaron una colonia por las malas.
 
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