AÑO 18

NUMERO 61629

Novela

Año: 6

Número: 406

¡POR UNICA VEZ, TRES CAPÍTULOS DE LA NOVELA DEL GAUCHO ALBARRACÍN!  ¡YAPA PRESENTACIÓN!  (Capítulos anteriores, clic en "Novela")

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Gabriel del Las Mercedes Albarracín, el gaucho matrero que llegó de los pagos de Venado, era hijo del viejo Albarracín, un petiso con el pelo lustroso por la acumulación de "gomina", que por esa época andaba en un Falcon azul celeste como los colores de la patria.

-¡Mi tata siempre fue un patriota! ¡Cuando compró el Falcon dio vuelta por las agencias hasta que encontró el color que quería, el color de la bandera! -El taita Gabriel, hijo del viejo Albarracín, "mondongo" para los amigos, hizo trotar a "Gucho" despacito en dirección a la casa paterna con la intención de hacer noche en una cama caliente.

El rancho de los Albarracín era una construcción de chorizo con una chimenea torcida y una ventanita en la que flameaba una cortinita con puntillas. "Todavía no sacaron la cortina -pensó ya cerca de la ranchada el gaucho Albarracín- los muchachos van a pensar que mi familia es gay".

Arrimó el tordillo al palenque y saltó a la vereda acomodándose el cuchillo en el cinto. Tiró unos cascotitos al techo y le pegó una patada a la puertita falsa para alertar a los de la casa.

-¡Ave María Purísima! ¡Mama, donde estás mama, acá está tu hijo, el primogénito que vuelve de los pagos del Venado!

El gaucho Albarracín volvió a tirar unos cascotes al techo de chapas y entonces se corrió la cortinita de puntillas, alguien miraba del otro lado. La luz de un candil iluminó la sombra de una anciana que comía un pedazo de pan con chorizo en grasa. El gaucho no se percató de la presencia de la anciana y continuó pateando la puerta de chapa.

-¡Oiga! ¿Qué hace? ¡Si sigue pateando la puerta, llamo al comisario! -dijo la mujer escupiendo un dado del chorizo por la ventana.

-¡Mama, mama, soy tu hijo mama...! -gritó el gaucho pateando otra vez la puerta.

Lo que pasó después pertenece a la antología de los equívocos. Tanto tiempo afuera hicieron confundir de casa al gaucho Albarracín, resulta que el rancho paterno estaba una cuadra más al norte. Lo malo del asunto es que tanto patear la puerta, "mondongo" fue a despertar al hijo de la dueña de casa, un gaucho grandote al que le decían "chiquito" que dormía porque trabajaba de sereno en el "Super 5, quién le dio tantos alpargatazos al gaucho Albarracín que no pudo montar a caballo por una semana.
 
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