AÑO 18

NUMERO 61629

Cultura

Año: 1

Número: 2

Un grupo de teatro de Rosario explora a Borges

Si se le pregunta a alguno de los que se dicen "cultores" o "admiradores" de Jorge Luis Borges: qué cosa han leído de este escritor nacional, seguramente se quedarían un rato pensativos para después largarnos a quemarropa un par de títulos que pueden ser, por ejemplo: "El Aleph" , "El jardín de los senderos que se bifurcan" o, quizás, este cuento que se llama "El hombre de la esquina rosada". Ahora, si no te saben decir muy bien qué leyeron de Borges, no es tanto por culpa de ellos, ya que Borges no escribió mucho que digamos. No tiene una gran novela. No tiene una gran obra. Por eso hubiese sido impropio que le entregaran el Premio Nobel, simplemente porque no tiene una obra sobresaliente. Por otra parte el mismo Borges lo dice. En cuanto a la obrita que vimos en la sala Dante Alghieri, los dos actores con que el grupo Ilógica nos contó el cuento borgiano se tiraron a una pileta de aguas que consideraron "profundas" (tal vez más de lo que eran en realidad) y así fue que   navegaron en tres niveles a saber: El de la realidad propiamente dicha (o sea ellos mismos en la sala como personas), el de los personajes que representaban, lectores fanatizados por la obra del escritor y el de los personajes (los guapos, un borracho y el mismo Borges) que alimentaban la ficción. Así fue que del libro que estaban leyendo cobraron vida un par de cuchilleros, se transformaron en esos cuchilleros y volvieron al presente para terminar hablando con el público. No es fácil pero se las arreglaron bastante bien, fueron convincentes y soslayaron con habilidad los excesos literarios de la puesta . En cuanto a Borges quisiéramos agregar alguito. Fue un autor un tanto elitista, admirador de lo que estaba más allá de las fronteras nacionales, prefería lo inglés y tal es así que sus restos descansan en Ginebra. Su obra describe con cierto desprecio a la chusma marginal, pendenciera, sus descripciones abundan en  olores de las "hembras",  tortuosos boliches y tugurios habitados por oscuros personajes porteños. Aunque, si bien no puede evitar usar el látigo para castigar al hombre y la mujer marginal, (portadores -en la obra de Borges- de groseras costumbres, colmados de malos antecedentes y  crueles y violentos), a Borges le cuesta entender como en esos individuos, sin embargo, anida el coraje y se cultiva el honor a tal punto que se arriesga hasta la vida para sostenerlo. Coraje y honor que seguramente no ve con frecuencia en los de su clase, acomodada y "alta". Todos estos cuentos de cuchilleros no son otra cosa que la búsqueda de esa respuesta. En resumen, buena la obra que vimos en la Dante, una cosa distinta y -mérito aparte- muy didáctica, original y correcta.
 
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Cicerón (106-43 a. C.)
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