La lucha contra la mentira no es igual que la lucha contra la langosta. A la tucura era menester perseguirla tenazmente y destruirla hasta que no quede ninguna; con la mentira no se puede. A la mentira hay que descreerla nomás y dejarla pasar. Hay demasiada cantidad de mentira hoy en día para dedicarse a su persecución.
Algunos politiqueros tienen que mentir. Es su oficio. Imaginate que salga alguno a  decir por ejemplo: "yo no sé nada, pero me gusta mandar aunque no se si sirvo para eso, porque no tengo experiencia; nunca mandé, pero quiero mandar en todo caso para ver que pasa..."
Si alguno dice eso, en lugar de sacar los votos que sacó (que son muchos) no sacaría ni para vocal suplente en la comisión de la Sociedad Argentina.
Algunos hablan, hablan y hablan. Se aprendieron una ideología cualquiera y parecen tener la solución a todos los males del mundo, incluso el terrorismo internacional, la deuda externa y la bomba atómica.  Se aprenden algunas palabras como "Libertad", "Democracia", "Igualdad". Leen los reglamentos y listo, ya está.
"Mirá, mejor no digo nada, porque si  digo algo van a creer que los quiero matar. No los quiero matar, al contrario los quiero ayudar. Ojalá todos sintonizáramos la misma onda para ir más rápido. Digo la verdad y no me creen. ¿Quieren que yo también mienta?" ¿No creen que los pibes están mirando? No hay que mentir.
No alcanza con que vigilemos el asunto del alcohol hay que seguir. Hay que hacer futuro. Basta de angustias frente a los kioscos. Basta de "tener que meterse el diploma en el culo y manejar un remise".  Hagamos futuro nosotros que acá podemos. 
Tan blanco parece todo. Parece.
Después resulta que los mismos que te la venden, te hacen mear en el frasquito. 
Los que lavan guita se golpean el pecho.
Políticos que roban nos dicen que no robemos
El tío nos dice que no se traiciona y susurra a una mina en el teléfono.
Esto está lleno de tipos que se cuidan el cuerpo y se destrozan el alma.
¿Dónde se metió la gente?