"Si no pueden ponerse de acuerdo los que tienen la representación de más del 80% del electorado, qué me miran a mí -dijo Martín Carrizo, sin duda el protagonista de la jornada-."  El peronista se dio el gusto de retar a radicales y pitucos con justificadas razones. Ambos bloques se turnaron espectantes mirando al viejo Martín cuando de dirimir algun proyecto se trataba. "No me miren más"-dijo el hombre del justicialismo- "ustedes son los que fueron votados para conducir los destinos de esta ciudad, ahora, pobre ciudad si no se miran, si no se hablan. Unos en una tribuna y otros en la otra, han partido la ciudad en dos. ¿Che, no les dá vergüenza?". Carrizo se mandó un discurso clarito como el agua y se apartó de toda trenza habida y por haber. Pasó la escoba por su sospechada conducta de inclinar la balanza hacia el oficialismo y sorprendió a todos con su actitud donde campearon los viejos y olvidados principios políticos. ¿Cómo quedaron las cosas y qué va a pasar ahora? Quedaron abajo tres radicales, dos demócratas y Martín otra vez de árbritro. Con una diferencia sustancial, Carrizo no quiere dirigir más el partido. "Yo no soy Nimo" -dijo el hombre-. Y si él se abstiene entrarán a llover los proyectos demócratas uno tras otro como trompada de loco. ¿Qué hará De Pace? ¿Vetará? ¿Cuántas veces vetará? ¿Una, dos, cinco, diez veces?  No se puede, esa actitud rifaría la imagen del oficialismo hasta su punto máximo. ¿Y entonces? ¿Qué hacemos entonces? En fin, fácil, lo que se dice fácil no es la cosa, pero aparentemente, de las actitudes futuras depende que las cosas funcionen con normalidad (qué es lo que vale) o que todo se trabe hasta la locura total. El problema mayor y único es el que puntualizó Carrizo, a saber: "Los que tienen que ponerse de acuerdo, no se hablan, no se miran y cuando se saludan lo hacen mostrando los dientes con la hipócrita sonrisa del falluto".  Lo que sí es seguro es que ninguno de los dos bloques mayoritarios, (en caso de siga optando por "odiarse, repudiarse y escracharse") ninguno, escuchando bien, ni pedepetes ni radichetas dejará de depender del voto (ahora doctrinal e inmaculado) del nunca bien considerado Martín (del Niño Jesús) Carrizo. Amarse o joderse, che. He dicho,