AÑO 18

NUMERO 61629

Novela

Año: 4

Número: 195

¡LA NOVELA EN EL DORMITORIO DE UNA ESTRELLA TOP DE LA POLÍTICA LOCAL! HOY: ¿LA SEÑORITA COPES IRÁ AL FRENTE O NO IRÁ AL FRENTE?

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Es "vox populi" en el reino de la gram señora Mamá Juniors, alcaldesa mayor y Madama de la comarca que, en breve, los díscolos súbditos del territorio, procederán a elegir ediles para que los representen y, ya que estamos, procuren cumplir de una vez por todas con sus caros deseos de riego, barrido y limpieza. Es harto sabido por el populacho que hasta el presente no se han registrado novedades sobre la presencia de camiones regadores en los arrabales y que para conseguir el reemplazo de una lámpara de bajo consumo es necesario ganarse la lotería. Por lo tanto, entre la polvareda que invade los hogares y la oscuridad que se hace tenebrosa a ciertas horas de la noche, los sufridos habitantes de la ciudad no saben hoy por hoy si están durmiendo en su casa o en la del vecino.

Dicen que dicen que la esperanza mayor de los pobladores del califato se encuentra depositada en el regazo de la blanca e impoluta señorita Copes (hoy señora Bergamasco) y en la honesta disposición de su benemérito compañero con quién contrajera enlace en primeras nupcias no hace mucho, sin chirlo y sin asco. Temen, sin embargo, los atormentados contribuyentes de la circunscripción que la nombrada señorita, prefiera retirarse de la compulsa electoral, habida cuenta que de presentarse existen poderosas razones que la obligarían a formar pareja (electoral, se entiende) con su archienemigo y ex Emperador; Caponino el Grande.

En tales cavilaciones estaba la despampanante señorita Copes cuando acertó a ingresar en sus aposentos su amante esposo, vistiendo flamante pijama de seda de la Maison "Mejeban" y chinelas "Mendo", portando en la mano derecha, como era su costumbre, un ramo de gladiolos recién recibidos por arte y oficio de los floristas turcos exclusivos "Bendaham delivery".

- ¡Amada mía, buen día! ¡Me he permitido ingresar a tu alcoba para perfumar con estas flores los penetrantes efluvios que emiten los cuerpos durante la noche!
Eso dijo el tipo mientras recibía una dura mirada por parte de la rubia concejala del Partido Demócrata Progresista quien en ese momento se había sentado en la cama y se disponía a despejar una montaña de carpetas, papeles y biblioratos. La mujer lucía un sugerente camisón cortito, color negro, rebosante en puntillas y escotes que resaltaba sus encantos (o eso parecía) y se encontraba concentrada al parecer en los expedientes que obraban sobre su lecho sin reparar en la presencia de su amado.

-¡Amada mía! –insistió el otro arrojándole un gladiolo- ¡Deja ya de ocuparte de los problemas ajenos y piensa en nosotros! ¡Ay si supieras cuan hermosa está la mañana! ¡Ven amada mía, ven, acompáñame a los jardines! ¡Caminemos descalzos por el pasto mojado!

El señor Bergamasco decía todo esto mientras tironeaba del brazo izquierdo de la dama de lentes, la cual, en honor a la verdad, parecía ignorar por completo a su hombre. Sin embargo los insistentes tironeos del galán molestaron tal vez a la dulce señora quién, tomando uno de los biblioratos más pesados, fue a estrellárselo de pronto y con gran estruendo justo en medio de la frente al mozo cargoso sin decir palabra.

El insistente esposo, tras el golpe, quedó sentado frente a la mesita de luz un poco despeinado y revoleando los ojos. Una vez repuesto, salió en cuatro patas fuera de la habitación cuidándose de no producir ruido alguno para no importunar a la nerviosa mujer, quién lo amenazaba con una abrochadora mientras lo miraba con furia.

- ¡Si deseabas estar sola, con habérmelo dicho era suficiente, amada mía! – dijo el señor Bergamasco mientras cerraba la puerta.

No terminaba de salir expulsado de la pieza el compañero de la cicerona del PDP cuando se presentó en la misma puerta de calle, el señor Ñaño, compañero militante, recién adelgazado y consejero del partido, para hablar, según dijo, con urgencia con la rubia de lentes.

- Lamento decirle, señor Ñaño que mi adorada esposa no está de humor en el día de la fecha.

- No hay tiempo que perder, debo hablar con ella, es un caso de vida o muerte. – El robusto visitante ya golpeaba la puerta del dormitorio con violencia- ¡Camarada! ¡Camarada! ¡Debo hablar con usted de inmediato! ¡Permiso! ¡Permiso! ¡Cúbrase que voy a entrar!

El señor Ñaño se mandó a la pieza de la flaca y a grandes zancadas - esquivando la abrochadora que fue a dar contra una percha- se arrodilló al pie de la cama rogando atención a la irascible mujer, quién tenía en la mano derecha una chancleta y amenazaba con darle a su comedido camarada un chancletazo por el lomo.

- ¡Retírese señor Ñaño! ¡Este no es un sitio apropiado para hablar! – dijo la señorita Copes tapándose el escote con la chancleta.

- Señora, debemos cerrar las listas de candidatos...

- ¡Será en otro momento! – dijo la rubia mientras se escondía bajo la cobija.

- No hay más tiempo señora. Hoy es el último día. Debemos decidir si vamos de compañeros con los hombres de Fascendinilandia o si, por el contrario, vamos solos, por nuestra cuenta, traicionando nuestro juramento con el flaco Binner y sus hermanos socialistas ...

- ¡Quién será mi compañero de fórmula si respetamos la palabra y vamos con el Frente del flaco!

- ¡Su compañero, según las encuestas, podría ser Caponino el grande!

- ¡Jamás! ¡Prefiero anotarme en un plan trabajar! ¡Debemos ir solos...!

- ¡Señora, si vamos solos, perderemos nuestros trabajos en el imperio el Señor Tati, el señor Turco y yo! ¡Nos echarán como perros porque la única condición que nos sostiene es nuestra pertenencia al frente!

A esta altura de la discusión ya habían ingresado en el dormidero de la señorita los nombrados becados señor Tati y señor Turco incluído el marido de la concejala quién hacía gestos desesperados para normalizar la situación. El tumulto producto de las exigencias de los recién llegados hizo que la señorita Copes emergiera con violencia de su escondite bajo las cobijas y, presa de una energía inusitada, saltara hacia el techo colgándose de la araña desde donde se balanceaba con cierta belicosidad.

- ¡Bájate de ahí amada mía, puedes lastimarte! – gritó el desesperado esposo.

- ¡Jamás formaré pareja con Caponino!

- ¡Nos quedaremos sin trabajo! – increpó el señor Ñaño a la trapecista- ¡Usted será la responsable del hambre de nuestros hijos!

- ¡Usted le comía toda la comida a sus hijos! – Gritó la mujer mientras se balanceaba peligrosamente.

- Señores, será mejor que se retiren, cuando está así es muy difícil hacerla cambiar de opinión.

- ¡Está bien, tiene hasta la noche para pensarlo...! – dijeron los tres camaradas antes de irse.

La escena concluye en este mismo instante para nosotros ya que uno de nuestros informantes recogió el relato de los presentes y es todo lo que se pudo saber de la curiosa reunión entre los jefes del Partido Demócrata. Comentarios no oficiales aseguran que fue muy difícil para el señor Bergamasco convencer a su esposa para que se baje de la araña del dormitorio y que hasta tuvo que contratar los servicios del cura Rhorman para que le realice una especie de exorcismo. "Le nombran a Caponino y se pone como loca" dicen que dijo el sufrido y amante esposo.
 
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