AÑO 18

NUMERO 61629

Novela

Año: 4

Número: 184

NOVELA IMPERDIBLE. HOY: LA LUNA DE MIEL DEL AÑO.

No es común que en un día de semana, a las ocho en punto de la mañana, en el gran edificio blanco donde tiene su despacho la única mujer que gobierna la ciudad de Esperanza (ciudad a la que llaman la Suiza de las Pampas), se haya llenado de bullicio, de frescas risas que resonaban limpiamente en el hueco de las escaleras y en todos los pasillos del palacio, era un ajetreo bullicioso y alegre, de uno a otro extremo de la casa de gobierno municipal, un ir y venir de caras no del todo despiertas que subían por las escaleras y se asomaban a las oficinas de la Gran Señora con graciosa curiosidad.

-¿Qué cosa tan importante está sucediendo que ha conseguido cambiar el ánimo mortuorio del gabinete? - preguntaban las empleadas de limpieza mientras miraban hacia la puerta donde apenas alcanzaba a verse a todos los mandamases reunidos alrededor de la señora.

Tal vez estas mujeres eran las únicas que ignoraban que en el día de la fecha habían llegado fotos de la Luna de Miel de la gran amiga de la alcaldesa, la díscola señorita Copes, quién jurara amor eterno a su vitalicio galán y, luego de ordenar sus asuntos, partiera hacia el Sur del país a darle otro paisaje a su flamante matrimonio.

- ¡Con lo audaz que es la señorita Copes, me imagino, cómo serán las fotos de su luna de miel! - dijo el doctor Chapatín entrando al despacho a paso de murga.

Uno de los genios de la computación integrante del equipo gobernante estaba preparando un televisor para ver con mayor nitidez la serie de fotografías que se habían convertido en el tema de la jornada. Hechos todos los arreglos y habiendo pasado lista de los presentes, los edecanes procedieron a cerrar puertas y ventanas quedando todos a la espera de que la Intendenta diera la orden de largada.

- Antes de empezar cumplo en advertirles - dijo solemnemente Mamá Juniors- que aquél que se ría o haga una mueca sospechosa mientras pasemos las fotos de la pareja, será expulsado de la sala.

Enseguida le hizo una seña a un empleado quién rápidamente le alcanzó una linterna, artefacto lumínico que la señora probó con movimientos amenazantes enfocando una y otra vez el rostro de cada uno de los presentes. Después se acomodó en su sillón, esperó que le arrimen una mesa con ruedas sobre la que descansaba una bandeja, se sirvió un ajenjo y dio la orden de arranque.

Se iluminó la pantalla y en la primera foto aparecía la señorita Copes con peinado de peluquería en la bañadera del hotel, toda cubierta de espuma. Unos patitos de plástico nadaban a su alrededor y un calzoncillo a lunares colgaba de la ducha. Un profundo silencio se hizo en la sala. Solo se escuchó un resuello en la parte de atrás del salón que más parecía aire contenido que otra cosa. La señora alumbró con la linterna en dirección a la zona por donde vino el ruido pero enseguida desestimó el incidente y ordenó que pasen a la segunda foto.

La foto siguiente mostraba al novio agachado dándole de comer a un mandril en lo que parecía ser un zoológico. El mono estiraba la mano haciendo la seña de "mate y venga". Una foto técnicamente perfecta, que, lamentablemente, los otros monos, en segundo plano arruinaron. Usted me entiende, son animales. La señora al ver el espectáculo se puso delante del televisor encendiendo la linterna para que nadie mire.

- ¡Saquen esto de inmediato! -dijo la alcaldesa mientras recorría con la luz las caras de sus ayudantes - ¡Si alguno se ríe lo saco a patadas de la sala! ¡Qué tiene de gracioso que unos monos hagan lo que hacen los monos! ¡Nunca vieron un mono!

- Señora, disculpe, pero nadie se está riendo en lo más mínimo. - Dijo con delicadeza el compañero Secretario de Cultura- es más, todos se están comportando con educación y dispensan el más profundo respeto por su amiga, socia política y ahora señora de Beldamasco.

- Bello damasco -corrigió la alcaldesa.

- Perdón señora, pero se trata del señor Beldamasco, que es más o menos lo mismo pero no del todo. - insistió el de Cultura.

- ¡Bello damasco y se acabó! ¡Usted no me va a decir a mí cómo se llama el novio de mi amiga, compañera y hermana, faltaría más! ¡Y al que se ríe lo hecho de la sala!

- Le repito señora que nadie en esta sala se ha reído.

- Sin embargo me pareció escuchar algunas risitas originadas en el lamentable asunto de los monos...

- Bueno, es entendible, además los monos, señora....
 
Algunos ruidos se escucharon al fondo. El doctor Chapatín se estaba cubriendo la boca con un pañuelo y el Secretario de Gobierno se había agachado para buscar una moneda.

- ¡Pasen a la otra foto de la Luna de miel! -ordenó la señora.

En la pantalla apareció el señor Bello damasco corriendo a la señorita Copes con una manguera. Los dos se reían felices. Ella se atajaba con una ojota para evitar que su novio la mojara. Una foto normal. Los presentes observaron en silencio esperando que la señora termine de mirar. No hubo comentarios.

- ¡Siguiente fotografía, señores! - gritó la Gran dama, más tranquila, mientras en el oscuro se mandaba un trago de ajenjo.

Ahora la señorita Copes aparecía abrazada a un árbol, como fondo un bosque de película con árboles de formas misteriosas. Era de día. El señor Bello Damasco estaba adelante, casi en primer plano, tenía puesto el calzoncillo a lunares que estaba colgado de la ducha en la primera foto y posaba con la pierna derecha bastante levantada apoyada sobre un tronco. Los dos sonreían.

La señora Mamá Juniors observó con interés la escena y, si bien en un primer momento no advirtió el detalle, las carcajadas que venían de atrás la pusieron en guardia de que algo no estaba como debía. Un asistente se acercó a la gran dama y le susurró algo al oído. Acto seguido la Intendenta lanzó un grito desgarrador. "¡Qué es eso!", exclamó mientras se arrimaba al televisor para observar más de cerca. "¿Ven ustedes lo que yo veo?" preguntó a los presentes que desde la oscuridad le asintieron al unísono.

- Me imagino que esto no será una broma de la señorita Copes... - dijo visiblemente horrorizada la señora.

- La señorita Copes es muy audaz pero nunca pensaría eso de mi amigo y colega Bello Damasco quién, doy fe, es muy pudoroso... - dijo el tesorero Titín tapando el televisor con una carpeta que decía "Vecinos Unidos por el Agua".

- Esos calzoncillos amplios, señora, a veces ... -dijo una voz desde el fondo.

- Sin embargo, es un lugar frío, debió advertir que algo se le salía, además que hacía en el bosque en calzoncillos... -agregó el Señor de la Cueva acercándose al televisor.

- ¡Prendan la luz de inmediato! - ordenó la alcaldesa- ¡Esto no puede quedar así, es una ofensa a mi investidura, no estoy acá para andar mirando las partes pudendas que se le puedan escapar al señor esposo de la concejala pedepete!

- Tal vez la señorita haya querido mostrar la mercadería para provocarle envidia, señora, nunca se sabe de lo que son capaces los gorilas - dijo el doctor Chapatín cuando la luz se había prendido.

- ¡Ni me nombre a los gorilas, compañero Chapatín, que entre lo que hicieron los monos y el huevo del señor Bello Damasco, tengo suficiente por hoy!

Dicho esto la señora dio por terminada la sesión de fotos y de inmediato pidió un chofer para que la lleve de recorrida por el cementerio. Al retornar ordenó se redacte un decreto declarando la prohibición del uso de calzoncillos a lunares en todo la extensión de su reino, excepción hecha para aquellos que usen como elemento protector suspensores marca "CASI", protección obligatoria que será verificada por los inspectores de tránsito en mesa de entradas. Mientras el resto de las fotos de los mieleros eran decomisadas en las instalaciones del Nuevo Limpes, la mañana se desvanecía en medio de los vuelos misteriosos de los pájaros negros, el andar cansino de los perros vagabundos y los vecinos del centro que constataban tristemente cuantos portales habían sido orinados por los jovenzuelos que volvían de los boliches bailables. .
 
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