Unos dicen que son históricos. O, en todo caso, “que eran históricos” porque ahora están en el suelo. El Concejal Carrizo (y algún demócrata también) se enojó mucho con el asunto. Pero, la verdad de la milanesa es que los vegetales ya no están.  ¿Los autores del hecho fueron autorizados por funcionarios de la provincia?. Las fotos que tienen los del CAS (responsables de la debacle) muestran la enfermedad (¿terminal?) de los árboles abatidos. Carrizo dice que debían haber respetado la historia, dejado un muñón con una placa, un tronco de recuerdo, una ramita, algo... En fin, todo parece decirnos que vayamos a cantarle a Gardel o a cantarle al CAS. La cosa es que los pinos no están. Si habremos pasado por ese caminito custodiados por esas sombras centenarias. Y bueno ¿qué se puede hacer, ahora...? ¿Llorar sobre la leche derramada? (“de-rramada” quedó la vereda de la calle Moreno, caracho). La macana es que vemos a funcionarios elegidos por el pueblo rasgándose las vestiduras por un problema menor. Menor comparado con la falta de plata para el hospital, de una sala más para el jardín maternal o de la falta de trabajo en la ciudad. La historia, la traición, la literatura política tienen que quedar para cuando el país solucione sus urgencias. La cosa es que todo está legal, en orden y prolijito. Los que gritan como locos porque no se puso una placa en un tronco debieran entretenerse ejercitando la imaginación en las cosas que le quitan el sueño a la gente. Los pinos de la Normal no le quitan el sueño a nadie.