AÑO 18

NUMERO 61629

Novela

Año: 4

Número: 179

¡SIGUE LA NOVELA! ¡HOY NOS ENTERAMOS QUE ESTÁ HACIENDO LA SEÑORA MIENTRAS ESPERA QUE TERMINE EL VERANO!

Esta es la historia de una pequeña ciudad que ha recibido por nombre "Esperanza" y que levanta su voz en la invencible provincia de Santa Fe en la República Argentina. La ciudad de Esperanza hoy vive horas de terrible incertidumbre. Muchos dicen que su negro destino es terminar cagada por los pájaros y habitada por perros vagabundos aunque, para otros, nos espera la gloria merced a una disciplina civil similar a la Suiza original donde todos marcharán derecho, pagarán sus impuestos con aumento y usarán casco. Esperanza es gobernada por primera vez por una mujer, dama frágil que hoy se encuentra prisionera en los salones del palacio, impedida de disfrutar de vacaciones ya que, de abandonar por unos días el trono, lo ocuparía uno de sus enemigos, el presidente del Concejo Municipal "Grenón el Magnífico" de Fascendinilandia. ¿Qué hace la señora mientras espera que se pase el verano? La verdad, no le queda más remedio que entretenerse de mala gana con pequeños sucesos como el que pasamos a relatar de inmediato:
 
"Señora, el personal se encuentra formado en el patio", dijo la jefa de inspectores, Mimicha Pachitti mientras se acomodaba el short verde esperanza que formaba parte de la indumentaria de verano del grupo de zorros a cargo de la cruzada contra el motociclista rebelde.
- ¿Qué dice? ¿Quiénes están formados? - La gran señora, en ese momento, se aprestaba a pasar una cubetera por sus sonrosados cachetes.
- La "división de zorros locales" está formada en el patio aguardando que usted pase revista, señora.

La inspectora jefa tiró con fuerza de uno de los breteles del sostén que parecía ser dos números más chicos que el que en realidad necesitaba. La señora Alcaldesa resolló fastidiada y se levantó del trono con manifiesto desgano, cuando sus glúteos se apartaron del asiento se pudo observar un almohadón que ocultaba una bolsa de rolitos con una leyenda en rojo que decía: "Perossa" el Rey del frío.
- ¿Dónde dijo que estaba la tropa de verano?
- En el patio.

La Gran Ama de Leche del Salado sacudió con aparatosidad sus amplias faldas floreadas como quién desea hacerse viento y encaró por las escaleras en dirección al patio acompañada por la Jefa Mimicha. Luego de un breve y caluroso trayecto en el ascensor de palacio, Mamá Juniors apareció a paso de murga en el patio del Municipio donde fue recibida por un edecán quién comenzó a apantallarla con una rama de palmera. Toda la división de inspectores se encontraba en perfecta formación con el nuevo uniforme de verano compuesto por pantalón corto, musculosa y alpargatas los masculinos; minishort , corpiño y ojotas los femeninos. Ni bien la Intendenta asomó en el lugar, la jefa Pachitti gritó "¡Atención!" mientras se estiraba el minishort que se le subía por las asentaderas.
- ¡Atención! - repitió la formación a coro.
- ¡La compañera Ana, protectora del reino, pasará revista de las fuerzas leales! ¡Inspectores, firrr...mes!

Todos se pusieron firmes con algunas dificultades lógicas que respondían al uso del calzado de verano. Las ojotas se escaparon de las extremidades inferiores de algunas señoras y los masculinos chancletearon las alpargatas en su afán de complacer la voz de mando de sus generales.
- ¡A ver usted! ¿Cuántas multas ha realizado hasta la fecha? - preguntó la señora alcaldesa mirando fíjamente a un inspector pelado con cara de guerra.
- ¡Once multas, señora!
- ¿Once multas? ¿Y usted...? - continuó la Reina del Casco señalando a otro de sus soldados.
- ¡Veinticuatro! -dijo otro grandote con un dedo afuera de la alpargata.
- ¡Once, veinticuatro...! ¡Entonces no cumple nadie, carajo, nadie nos da pelota...! - se lamentó la dama rubia mientras sostenía la mirada en el dedo gordo desnudo de su empleado.
- ¿Se puede saber por qué tiene el dedo afuera, señor mío?
- No hay número de calzado para este obrero señora. - Respondió con prisa la Jefa de inspectores.
- ¿No hay número? ¿Y entonces?
- Hay que hacerle una alpargata especial.
- ¡Hágansela! ¡Inmediatamente! ¡Estamos dando lástima en todas las esquinas! ¡Qué esperan para proveer a este desgraciado de una alpargata como la gente! - ordenó con rabia la Intendenta sacudiendo con fuerza sus faldas y chupando un cubito con desesperación.
- Excelencia, lamento comunicarle que por orden expresa del Tesorero no se puede gastar un solo ducado.
- ¡Qué use la plata de las multas! - dijo la señora sacudiendo el pollerín para hacerse viento.
- Con la plata de las multas se pagarán los honorarios del Doctor Chapatín y sus abogados que trabajan ad honorem para reclamar las multas con las que cobran ellos....

El sol con sus implacables rayos castigaba los cerebros privilegiados de los funcionarios y les impedía pensar con tranquilidad. "Menos mal" reflexionó uno de los mozos encargado del refrigerio de la mañana "porque si pudieran pensar con tranquilidad esto sería mucho peor". A continuación, la señora alcaldesa fue rescatada del patio casi al borde de la insolación. Parada sobre el asiento de un ciclomotor secuestrado, maldiciendo su mala suerte que le impedía tomarse vacaciones y la condenaba a trabajos tan poco edificantes como piantavotos, tales como reprimir a su pueblo exigiéndole un adminículo que nadie quería usar, la dama rubia se refrescó con el agua de la bolsa de rolitos, pidió un fernet con coca y gritando "Viva Perón, carajo", se arrastró hasta el ascensor.

La disciplinada formación de insobornables inspectores esperó a que la Gran Dama desapareciera, cuando así lo hizo todos corrieron con desesperación hacia los refugios donde, casi deshidratados, destaparon unos porrones para recuperar las fuerzas. "No mezclen las alpargatas" se escuchó decir a uno que parecía conducir al grupo.
 
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