AÑO 18

NUMERO 61629

Novela

Año: 3

Número: 175

NOVELA DE MAMA JUNIORS: ¡IMPERDIBLE! CAPITULO ESPECIAL PARA LAS FIESTAS.

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Cuando los encargados de la limpieza del gran Palacio Blanco llegaron al salón de los diarios tejemanejes no pudieron entender lo que estaban viendo. De pie en el balcón que daba a la gran plaza, recién afeitado, brillante la mirada, risueño y satisfecho, cuadrado de espaldas, sano y fuerte como un roble, el ilustre Concejal Martín del Niño Jesús Carrizo, caballero del Movimiento Peronista y de la Real y distinguida orden de los "Anarquistas", miembro de una serie de sociedades secretas, presidente fundador de todos los grupos de jolgorio de los círculos políticos ciudadanos, es decir, el Concejal de moda del año 2008, se disponía a retirarse en esa mañana de fines de diciembre cuando, desde algún lugar de la estancia una voz de mujer preguntaba tímidamente:
- ¿Qué hora es? ¿En qué año estamos? ¿Quién soy, donde estoy, adonde voy...?

La señora Alcaldesa, acostada sobre unos expedientes desparramados detrás del enorme escritorio, era la que reclamaba los puntos cardinales de la jornada, luego de lo que parecían ser los festejos de fin de año, oficiados por los integrantes del régimen conductor de la Suiza de Las Pampas. Un arbolito con sus lucecitas intermitentes era el mudo testigo de la batalla que había dejado soldados heridos por todos lados.
- ¡Desenchufen de inmediato el arbolito! – ordenó con reciedumbre, desde el piso del Salón el tesorero Titín, apartando un cajón de sidra "Rama Caída".
- Ahora se le ocurre a éste hacer economía. – susurró a su compañera la que parecía ser la encargada de ordenar el estropicio.

El doctor Gabriel Chapatín, de riguroso traje azul, asomándole por la boca entreabierta una cornetita, descansaba en un oscuro rincón abrazado a un perchero. El Honorable Secretario de Gobierno del Municipio dormía boca abajo usando de almohada una carpeta con los reclamos de la Protectora de Animales y los Vecinos Unidos por el Agua. Un perro galgo con manchas negras lamía pacientemente el cachete izquierdo de la señora de todas las señoras, digamos, en honor a la verdad, que la señora parecía confortada por la acción del can, dormida como estaba sostenía una sonrisa dibujada en su blanco y lozano rostro. La acción canina, tal vez, la liberaba de los molestos restos de budín inglés que habían quedado en la comisura de sus carnosos labios.
- ¡Señoras! – dijo de pronto Martín del Niño Jesús dirigiéndose a las dos fulanas de la limpieza- ¡Ustedes son testigos de esta triste situación! ¡La ciudad en este preciso instante ha quedado acéfala y corresponde a la autoridad de mayor rango presente en el lugar de los hechos asumir la conducción de los destinos de esta comarca!

Las dos mujeres se miraron y después de unos segundos, la que parecía tener más antigüedad, apartó unas botellas vacías de caña "Piragua" y parándose frente al Concejal habló y dijo:
- ¡Ordene mi Concejal! ¿Por donde empezamos?

Los ojos del voluminoso edil se achicaron y parecían ahora dos puñaladas en un tarro, extendió la mirada por el desparramo de botellas, pan dulce y patas de chancho que recordaban la corte de Calígula y acomodándose los bigotes se detuvo ante la triste figura del Doctor Chapatín que dormía como un angelito con la cornetita en la boca y un turrón en el bolsillo del traje.
- ¡Ustedes ocúpense de despertar a los otros que yo me ocupo de este muñeco! – indicó Carrizo a las empleadas que lo miraban con cierto escozor.

Las mujeres saltaron de inmediato a cumplir la orden mientras Martín del Niño, tomando suavemente por los cachetes al pequeño gran abogado lo colgó del perchero enganchándolo por la parte de atrás del saco.
- ¡Buenos días, hijo mío! – dijo Carrizo dando unos golpecitos en la nariz empolvada del asesor.
- ¿Quién es...? – preguntó el otro todavía dormido.
- Tu compañerito Martín.
- ¿Martín? ¡Qué Martín....!
- El que cobra dos sueldos juntos... – Estas últimas palabras las dijo el Concejal Martín del Niño Jesús mientras levantaba el perchero por el aire con Chapatín y todo.

El inminente peligro en que se encontraba colaboró seguramente para que el magistrado de nombre Gabriel consiga despertarse totalmente y proceda de inmediato a llamar a los gritos a su progenitora. "¡Mamá, mamá!" se le oía decir con desesperación al tiempo que, colgado del perchero, observaba como una fuerza incontenible lo llevaba rápida y peligrosamente hacia el balcón. Los presentes, en condiciones de observar la escena, seguían con envidiosa mirada a aquél coloso Concejal Municipal, capaz de arrojar por los barandales al Intendente sustituto.

Y seguramente lo hubiera hecho si la providencial llegada de "Grenón el Magnífico" no lo hubiese impedido. El Presidente del Honorable Concejo Municipal se hizo presente (después se supo) alertado por una llamada secreta de la señora Alcaldesa, llamada oportunamente realizada desde el anonimato que le proporcionaban unos cajones de porrones cercanos al trono.
- ¡Detente irresponsable! ¡Araca la cana! – le gritó el Presidente Andrés, flamante Cicerón de la pampa mientras Martín el revolucionario hacía flamear a Chapatín de Venado en el perchero del Municipio.

Escuchado a tiempo lo que escuchó (dicen los que estuvieron) Martín del Niño Jesús se inclinó y dio algunos pasos por aquella inmensa estancia, cuyos ventanales abriéndose a la plaza mayor, encuadraban una de las más hermosas perspectivas de una maraña de árboles blancos de excrementos de palomas. Aún sostenía el perchero del que colgaba el abogado cuando el recién llegado "Grenón el magnífico" le ordenó soltarlo de inmediato. Eso hizo Martín del Niño, quién arrojó al asesor en dirección a su asesorada que se desperezaba en un rincón.
- ¿Se puede saber que es lo que ha sucedido acá, Su Esplendencia? –reclamó el Presidente del Concejo con reciedumbre pateando unos carozos de aceituna negra desparramados por el piso.
- La mesa chica del poder ha procedido a despedir el año señor concejal...
- ¡Debo hacer constar estos excesos para que el pueblo sepa que es lo que está pasando de la puerta para adentro!

Su Majestad mientras tanto se acomodaba el peinado y buscaba un zapato que había perdido entre los papeles del plan estratégico.
- ¡Usted Concejal, puede retirarse, su conducta será pasible de una sanción disciplinaria! ¡Tendrá que explicarme de es lo que hacía en este recinto! – Grenón visiblemente contrariado mientras Carrizo desaparecía por la gran puerta del salón.

Todo parecía volver a la normalidad, las mujeres ordenaban con rapidez los restos de la fiesta, las luces de la mañana invadían la gran sala donde se desperezaban uno por uno los participantes de los festejos. En el medio del salón de los grandes hurgueteos la figura señera del Presidente del Concejo controlaba. Más allá la señora Alcaldesa se clavaba un vaso espumante con "Uvasal" mientras miraba con preocupación a su alrededor.
- ¿Para qué chupan, si saben que les hace mal? – Fueron las últimas palabras del Ama de Leche de la Suiza de las Pampas.
 
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