AÑO 18

NUMERO 61629

Novela

Año: 3

Número: 173

LA NOVELA SIGUE CON TODO: HOY MAMÁ JUNIORS SE PREPARA PARA LAS VACACIONES

En virtud de los últimos acontecimientos, que significaron un recule de magnitud extrema para el régimen de la alcaldesa, es que todos los colaboradores del reino estaban alborotados. Iban y venían por las escaleras escondiendo paquetes de tamaño regular mirando a diestra y siniestra como si el traslado de los misteriosos objetos se correspondieran con una asunto de vida o muerte.
-¡Es un asunto de vida o muerte! -gritó uno de los sicarios del doctor Chapatín al observar que a uno de los empleados casi se le cae un manojo de caños.

El enigma trepó a su punto de ebullición cuando unas chicas de la mesa de entradas de palacio vieron a la señora Alcaldesa, a la Madre adoptiva del Salado, subir sigilosamente al ascensor luciendo una malla negra y, curiosidad de curiosidades, lo que a todas luces parecían ser dos enormes patas de rana.
- ¿Qué pasa? ¿Qué dice el pronóstico del tiempo? - preguntaron alarmados unos vecinos del movimiento unidos por el agua que por enésima vez iban a suplicar por los fondos de reparación para las inundaciones del 2006.

Aquí se produjo un incidente que en principio alarmó a los ocasionales testigos. Cuando la señora, calzada con las desproporcionadas patas de rana, subió al ascensor de palacio y cerró la puerta se escucharon terribles alaridos en el interior del diabólico aparato mientras se alejaba con sus pasajeros hacia el piso de arriba. Lo curioso es que los ruidos de voces humanas venían mezclados con lo que parecían ser ladridos de perros. Dos inspectores corrieron por las escaleras y llegaron a tiempo para ver como la señora salía del elevador revoleando las patas (de rana) y pugnando por desprenderse de un perro vagabundo que se le había prendido con fiereza.
- ¡Hay que hacer algo con los perros! - rogaba el Secretario Martí mientras tiraba de la cola de un galgo flaco con manchas negras.
- ¡Fuiiira! ¡Fuiiiira! - chillaba Mamá Juniors cinchando con el pie derecho que le quedaba en el aire.
- ¡Sáquenle la pata de rana! - indicó el Ingeniero Schmith.
- ¡Por qué no se la saca usted! - retrucó Martí que resollaba cansado de tirar del galgo.

Este suceso que los protagonistas prefieren olvidar, culminó con un decoroso empate, el perro liberó a Mamá Juniors pero a cambio de un trozo importante de la pata de rana. Una vez recompuesto el equipo con la Dama Blanca a la cabeza entraron a paso redoblado al salón de los grandes estropicios. Propiamente en el centro del sagrado despacho de la señora alcaldesa una cuadrilla de obreros se encontraba montando una pileta de lona, objeto de relax que estaba presto a ser inaugurado.
- ¡Señora la pileta está lista! - dijo firme uno morocho que parecía ser el capataz.
- ¿Tiene agua?
- ¡Tiene agua!
- ¿Está fría el agua?
- ¡Creo que no señora!

Mientras este diálogo se desarrollaba el Jefe de Prensa y Ceremonial Medardo San Peso había colgado en las espaldas de la señora un tubo de oxígeno y estaba tratando de colocarle una escafandra y un gorrito de goma.
- ¿Se puede saber a qué se deben todos estos preparativos? - preguntó el destituido Andreoli a un edecán que controlaba la puerta.
- Lo que pasa es que la señora Intendenta no puede tomarse las vacaciones porque si lo hace piensan que el nuevo presidente del Concejo, "Andrés el Magnífico", asaltaría de inmediato el poder.
- Entiendo pero...¿no le parece un poco exagerado el traje de buzo para una pileta de lona?
- La señora no sabe nadar. No quieren que se ahogue, señor. - contestó el edecán.
- Pero siempre habrá alguien que la cuide, no hay peligro... -insistió Andreoli.
- No habrá nadie que la cuide, todos se van de vacaciones, la señora se queda sola.

Todos los funcionarios se iban de vacaciones y se aseguraban que la señora no sufra ningún accidente durante la ausencia. ¿La querían tanto? ¿O la necesitan para que continúe la buena vida?
- ¡Ay, el agua está helada! - se quejó de pronto La niña mimada del Salado.
- ¡Aguante señora que enseguida se calienta! - la tranquilizó San Peso arrojando el contenido de un termo en el piletón- ¡En la cocina están calentando más...!

Todos los presentes reunidos alrededor miraban con cierta pena como la señora se desplazaba, ida y vuelta, por las aguas quietas de la pileta de lona. El tubo de oxígeno resplandecía sobre la espalda blanca de la Dama de Hierro que soplaba cada dos segundos para evitar tragar agua. Dos empleados del corralón aguardaban a un costado con todas las partes de un trampolín, seguramente para armarlo en el momento oportuno. Por un momento todos quedaron ensimismados como quietos enroscados quién sabe en que tortuosos pensamientos. Solo el chapaleo de la Alcaldesa con las patas de rana perturbaban la quietud de la escena.
- ¡Se hundió, señor San Peso, se hundió, la señora se hundió!

Los gritos venían de uno de los operarios que no habían dejado de observar a la sirena peronista, tal vez envidiando su refrescante presente. Cuando se escuchó el grito, el concejal Andreoli que estaba en el fondo del salón se sacó los zapatos y corrió, corrió como corría cuando jugaba en Almagro, corrió moviendo con desesperación su pesada anatomía y a escasos cincuenta centímetros de la pileta saltó y se arrojó con ropa y todo con la noble intención de rescatar a su jefa. La llegada de Andreoli a la pileta de lona produjo un estampido inolvidable. El desparramo de agua también fue inolvidable. Lo único que hubo que lamentar es que una porción importante de agua fue tragada por la Alcaldesa, quién quedó aplastada con tubo y todo en el fondo de la Pelopincho. Andreoli fue declarado persona no grata y hasta el año que viene no puede ingresar al despacho de la señora. La idea de la pileta de lona quedó suspendida hasta nuevo aviso. La Primera dama se recupera.
 
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