AÑO 18

NUMERO 61629

Novela

Año: 3

Número: 164

LA NOVELA SE PONE CALIENTE. HOY LA ALCALDESA TIENE QUE...

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El sol de la mañana iluminaba con sus rayos la sala de los grandes hurgueteos donde la Alcaldesa de la Pampa se estremecía en oscuros pensamientos luego del terremoto político que hubo de sufrir recientemente su reinado, colmado de amenazas de renuncias, conatos subversivos y atropelladas golpistas que surgían de todos los rincones. "Los que se quieran ir que se vayan..." - pensó la gran dama mientras apuraba una copita de anís "8 hermanos"- "... además cómo pueden andar diciendo que se fueron, si en realidad nunca vinieron", en esos oscuros pensamientos estaba sumergida la Isabel Sarli del Arco cuando uno de sus lacayos ingresó en el despacho.
- ¡Señora, han llegado los miembros de la mesa directiva del Honorable Partido Justicialista! - anunció el tipo haciendo sonar una corneta.

Habiéndose enterado de la presencia de tales distinguidas visitas, la Señora, se hizo traer un bombo que estaba sobre un armario y ordenó dar vuelta de inmediato las fotos de Sandro y reemplazarlas por fotos del General y su señora esposa. Acto seguido con dos golpes de tranca el Jefe de Ceremonial dio entrada a tres peronchos bien alimentados encabezados por un doctor y califa de apelativo José "Sandokan" Mi Quere, seguido por un compañero barbado que según nuestros registros responde al nombre de Amilcar "El Poto" Likio y un poco más atrás secundado por una prole de vecinos maltrechos del barrio norte, el jefe de la resistencia, el vecino renegado Fidel Striqler "Junior".
- ¿Qué es lo que pretenden estos fracasados? - susurró la señora alcaldesa a su edecán de turno.
- Parece que vienen a exigir limpieza Esplendencia.
- ¿Limpieza de qué...? ¿No saben que la barredora está rota?
- Se trata de limpieza de gente señora.

Al pie del trono se arrojó de prepo el Beduino al que llaman Mi Quere haciendo el saludo Talibán que consistía en despatarrarse en el suelo en posición de cuerpo a tierra.
- ¡A sus pies Gran Señora!
- Califa Mi Quere... ¿A qué responde su honorable visita?

El abogado se levantó con bastante trabajo del suelo y mientras se limpiaba la ropa señaló a sus acompañantes y con el dedo hacia el techo habló y dijo:
- ¡Los compañeros vienen a exigir una limpieza en el elenco de sus colaboradores! ¡El partido de los obreros y de los pobres que represento viene a plantearle por las buenas que le de salida a todos los miembros de su gabinete!
- ¿A cuántos? ¡Señor Mío, ya se han ido dos...! ¿No es acaso suficiente para el partido?
- ¡Cirugía Mayor Señora! - dijo levantando la voz el tal "poto" desde el fondo de la sala- ¡Venimos a exigirle en nombre de los militantes peronistas que le de el raje a todos los que hoy han llevado su gestión al fracaso más vergonzozo en la historia del movimiento obrero...!
- ¿Y si le doy salida a todos... a quién pongo?
- A nosotros señora. - Contestó el abogado Sandokan Mi Quere con cara de guerra.

La Señora, mujer al fin, sacó un espejo de su escritorio y mientras se pintaba los labios con un rojo furioso gritó con todas sus fuerzas "¡No puedo compañeros!" "¡No puedo compañeros!" rompiendo en un llanto desgarrador. Al ver a su jefa llorando como una descosida el edecán le arrimó de inmediato una copita de licor de huevo al tiempo que le palmeaba con fuerza la espalda. A la tercera copa de licor la gran dama se repuso y sonándose la nariz se dirigió a los presentes.
- Lo único que puedo concederles es un lugarcito en el Municipio para algún pariente...
- Tengo un hijo que hizo un curso de cocina - saltó Mi Quere de inmediato.
- ¡Entra! - exclamó la alcaldesa
- Mi nieto es testigo de Jehová... - dijo levantando la mano Amilcar "El Poto" Likio.
- ¡Adentro mi alma! - retrucó la gran dama.

Los dos agraciados se arrodillaron locos de contentos ante los faldones de la Reina del Trigal, besaron sus dobladillos y de inmediato se retiraron reculando a la manera de los cortesanos del siglo XVI. Al pasar la puerta dieron media vuelta y salieron corriendo hacia las escaleras. Fidel Striqler Junior que había observado toda la escena desde un rincón hizo una seña al edecán de la Intendenta para que se acerque. Cuando este se acercó, el militante revolucionario habló en voz baja con el cortesano, quién se arrimó hasta donde reposaba en su trono la Tita Merello del Salado.
- Señora, pregunta el compañero que pasó con la limpieza...
- Dígale que los que llegaron para limpiar se incorporaron a la mugre. Qué otra vez será.

Dos colaboradores acompañaron al militante Stiqler hasta la puerta donde lo esperaban unos cuantos vecinos ansiosos del barrio norte. Los edecanes dejaron a Striqler Junior para que se arregle con los vecinos y cerraron con cuidado las enormes puertas del despacho de la alcaldesa no sin antes colgar un prolijo cartel que decía. "La Intendenta duerme". The End.
 
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