AÑO 18

NUMERO 61629

Novela

Año: 3

Número: 164

LA NOVELA CONTINÚA: ENTÉRESE DE LOS ENTRETELONES DE LAS PELEAS EN LA CASA BLANCA

la-novela-continua-enterese-de-los-entretelones-de-las-peleas-en-la-casa-blanca
Por: Edgardo Ferrero
Aclaración: El que lee debe saber que esto es un dramón por entregas. Por lo tanto para evitar malentendidos, el narrador aclara, que los personajes de estas historias son absolutamente ficticios, falsos, inventados, producto de la fantasía, pura literatura. Y por si esto fuera poco, el que escribe cumple en aclarar que todo lo que aquí se cuenta es " bruto delirio de la fiaca creadora" que responde casi seguro a un quiebre en la inestable personalidad del autor. Por eso mismo, en caso de producirse alguna similitud con cualquier hecho real, el lector debe atribuirlo derecho viejo a simple casualidad, magia de la literatura, ¿vio?. . . (E. F)
 
Cuando el empleado del Municipio que oficiaba de sereno escuchó los gritos solo atinó a correr escaleras arriba y fue entonces, cuando estaba llegando al piso del poder que vio al Doctor Magliano de "panza en el piso" como si estuviera buscando una lente de contacto.
-¿Necesita ayuda doctor? -preguntó el sereno al mismo tiempo que el Magliano se levantaba a duras penas taladrando al empleado con la mirada mientras se sacaba un tela de araña de la barba.
- ¡Haga de cuenta que patiné y olvídese! - dijo el abogado mordiendo las palabras.

No había terminado de desaparecer el doctor Magliano por el hueco de las escaleras cuando se abrió de golpe la puerta que da al despacho de la Alcaldesa escuchándose a continuación un ruido seco, ruido que pareció ser la única causa por la cual salió disparado de la oficina mayor el funcionario Caussi, secretario de no se qué, quién por el impulso que (al parecer) venía desde adentro fue a dar contra unas sillas y solo se detuvo cuando chocó con gran estruendo contra la pared del fondo.
- ¡Me pateaste! ¡Esta no te la perdono! ¡Animal! ¡Ya me vas a venir a buscar..! - Le gritó a sus agresores desde el suelo el licenciado Mauricio, apartando una silla que se le había enredado entre las piernas-
- ¿Se lastimó licenciado...? - preguntó el sereno-
- ¡No! ¡No me lastimé! ¡Hágame el favor ocúpese de sus cosas! ¡Mejor váyase a la mierda! - Eso dijo el Licenciado mientras apuntaba al empleado con un dedo, pateaba un banquito del piano y se mandaba mudar, todo al mismo tiempo.

El sereno, lentamente, fue levantando las sillas y colocándolas una por una en el lugar donde se encontraban antes del curioso y violento suceso que protagonizara el secretario de la producción del municipio. Mientras lo hacía, el hombre se preguntaría, tal vez, que cosa tan grave estaba pasando en el salón de los grandes tejemanejes para que terminen dos funcionarios de tan alto rango arrastrados por el piso y de formas tan violentas e impropias de las delicadezas de práctica en la insigne Muniblanca, donde, a decir verdad, jamás de los jamases se vieran modales de tan berreta categoría.

Apenas el empleado municipal se hubo provisto de un trapo de piso para secar los líquidos que dejaran (con la lengua húmeda) sobre el parquet los dos hombres arrojados desde la oficina de la primera dama, cuando se abren de pronto los portales y aparece con los brazos en jarra la figura robusta de la Intendenta mirando con cara de guerra al sereno. El hombre al ver aparecerse de golpe a la Tita Merello del Salado solo atinó a ponerse en posición de firmes con el palo de piso al hombro.
- ¡Usted... venga para acá! - ordenó la alcaldesa con voz firme.
- ¿Adonde, señora?
- ¡Acá, idiota, venga para acá! - gritó la dama blanca señalando el piso.
- ¿Qué es lo que quiere, señora? - volvió a preguntar el empleado muerto de miedo.
- ¡Usted venga, sígame...! - dijo la mujer mientras entraba en la gran sala.

El sereno, con el palo de piso en ristre, se acercó hasta la puerta, desde donde pudo ver al secretario de gobierno Marti desparramado en el piso, en evidente actitud de "nock out" con la boca abierta y resollando ruidosamente por la nariz.
- ¡El señor secretario de gobierno! ¿Qué le pasa? -preguntó el sereno.
- ¡Venga para acá de una vez hombre no sea miedoso! - le gritó la alcaldesa que se había ubicado al lado de Marti con los brazos en la cintura.
- ¿Qué se le ofrece señora? - preguntó el operario con evidente desconfianza.
- Mire, usted nos va a prestar un servicio inapreciable, necesitamos un tercero para que cumpla un papel que ninguno de nosotros puede cumplir. - La Intendenta señaló al tesorero y al señor asesor Chapatín que se encontraban en ese momento en el salón.
- ¿Qué quiere señora, que le sirva de testigo...? -preguntó el empleado-
- No exactamente.
- ¿Entonces?

La gran dama blanca del Salado infló el pecho, lanzó una mirada sobradora al sereno que no entendía nada y señalando al Secretario de Gobierno que jadeaba machucado en el piso le explicó que se había desarrollado una pelea justa y que ella era la triunfadora.
- Entiendo señora, pero ¿qué es lo que quiere que haga? - preguntó el sereno.
- Cuente hasta diez y terminada la cuenta levánteme el brazo propiamente como hacen los árbitros de box declarándome ganadora por nock out.

El empleado, con cierta urgencia y temor, cumplió con el pedido de la "dama de fierro", de inmediato procedió a levantarle el brazo derecho, luego aguardó unos segundos en esa posición durante los cuales se sacaron unas fotos de la escena con el celular del doctor Chapatín y finalmente entre los cuatro llevaron al secretario de gobierno a la enfermería. Final de la pelea. Hasta aquí lo que se pudo averiguar, lo que sigue es, como todo lo que pasa en la cocina del régimen: impredecible. The End. 
 
Facebook Twitter Delicious Linked in Reddit MySpace Stumbleupon Digg Whatsapp Enviar por Correo

Imprimir Noticia

El Tiempo
Tiempo Esperanza
Buscar Noticias
Frases Célebres
No hay tinieblas sino en la ignorancia.
William Shakespeare (1564-1616)
Poeta y dramaturgo inglés
Cotización del Dólar