AÑO 18

NUMERO 61629

Novela

Año: 3

Número: 163

LA NOVELA CONTINÚA. HOY "EL CAMBIO". NO SE QUEDE EN AYUNAS ENTÉRESE DE TODO LOS SECRETOS DE LA MUNIBLANCA

Por: Edgardo Ferrero

Aclaración: Para evitar malentendidos, el narrador aclara, que los personajes de estas historias son absolutamente ficticios, falsos, inventados, producto de la fantasía, pura literatura. También es necesario aclarar que todo lo que se cuenta aquí es "bruto delirio de la fiaca creadora". En caso de producirse alguna similitud con cualquier hecho real debe adjudicarse a simple casualidad, magia de la literatura ¿vio?. (E. F)
 
HOY: El cambio.
Imagínese usted, distinguido y caro lector esta cinematográfica escena en la oficina de la honorable Alcadesa. La Señora Mamá Juniors, la "lora" mayor, la hembra fuerte de la casa blanca, en actitud pensativa. Más allá un vaso vacío y una botella de Hesperidina con la cual la impertérrita Jefa de la Suiza de las Pampas ha dado rienda suelta a su único vicio conocido: la ingesta de bebidas espirituosas. Sobre la mesa de roble, la Ley de Municipalidades y Comunas, que la rubia Intendenta está observando con cierto desdén, mientras emite exóticos sonidos guturales de distintos tonos y variado volumen.

De pronto, en el refugio inmaculado que la susodicha señora ocupa en el edificio de la calle Aarón Castellanos, se escuchan unos discretos golpecitos: "toc, toc, toc"; la señora Mamá Juniors, la reina blanca, su Esplendencia Reverendísima, mira hacia la puerta desde donde llegan nuevamente los golpecitos "¡toc! ¡toc! ¡toc!" y enseguida, irrumpe en la sala una de las primeras espadas del reino, asesor, abogado, Intendente sustituto pero sin firma y con inmunidad para decir y hacer lo que quiera.
- ¿Quién vive? – interrogó la señora.
- ¡El doctor Chapatín! –gritó el otro.

Con toga y peluca, el doctor Gabriel Chapatín entró en el despacho de los grandes hurgueteos a grandes zancadas desenrollando un pergamino gordo como rollo de papel higiénico donde se leía un gran título de forma que decía: "El reino de Mamá Juniors contra el reino de Fascendinilandia".
-¡Señora, he iniciado un nuevo pleito contra el ciudadano Fascendini!
- ¿Qué hizo ahora?
- Nada, pero igual, he decidido iniciarle juicio por las dudas. Además anda diciendo por toda la comarca que no hacemos nada.
- ¿Y eso es mentira? – preguntó Mamá Juniors mientras miraba como uno de sus colaboradores instalaba una hamaca paraguaya en el marco de uno de los grandes portales del salón.
- ¡Mentira absoluta, señora, infame diría yo, un ataque más del enemigo, justo a nosotros que estamos cambiando la ciudad, ...! – exclamó del doctor Chapatín revoleando la peluca.
- ¿Y qué es lo que estamos cambiando si se puede saber? - quiso saber la alcaldesa mientras se acostaba en la hamaca con ayuda de uno de sus cortesanos.
El abogado con nombre de arcángel (con perdón del Arcángel) se había parado frente al retrato de Don Juan Breques quién parecía mirar al leguleyo con cierta severidad.
-¿Cómo qué estamos cambiando? – preguntó el abogado mirando fijamente a Don Juan que le fruncía el ceño desde la foto- ¿Cómo qué estamos cambiando? ¡Nada estamos cambiando! ¡Nada! ¡Eso venía a decirle señora! ¡He descubierto que no estamos cambiando nada de nada!

La señora alcaldesa, la reina del Salado no contestó, mejor dicho, sí contestó, pero con un sonido gutural muy parecido a un ronquido que venía desde el lecho que se mecía en el marco de la puerta.
- ¡Señora! ¡Señora! ¡Despierte! – gritaba el doctor Chapatín- ¡Despierte que está todo por hacerse...!
- ¿Qué es lo que está por hacerse...? – preguntó entre sueños la señora.
- ¡Todo!

A continuación dos robustos inspectores sacaron a patadas al abogado de la sala. "No me peguen soy el Doctor Chapatín" gritaba el susodicho mientras era arrastrado de los fundillos por los dos grandotes. Si bien los dos patobica cumplían órdenes de la señora es nuestro deber decir que (como pasa siempre) se excedieron un poco sobre el final. Hay que reconocer que cuando llegaron a la puerta con el abogado a la rastra el patadón que le metieron estuvo de más. Preguntado más tarde a uno de los gorilas sobre el motivo de esa reacción violenta, el hombroide respondió secamente: "Dijo que me iba a hacer un juicio". The end.
 
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