AÑO 18

NUMERO 61629

Novela

Año: 3

Número: 158

¡NOVELA CAPITULO NUEVO! ¡LA SEÑORA Y SUS ESCLAVOS VAN CAMINANDO AL ACTO EN LA PLAZOLETA!

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HOY: ¡FUSILES Y MACHETES POR OTRO 17!
La señora de todas las señoras, la impoluta reina de las pampas hubo de presentarse, en razón de celebrarse fecha sagrada del inicio del imperio, en la plazoleta donde cruza la callejuela que lleva el nombre del líder absoluto que la impulsara al poder total de la Suiza de las Pampas, estamos hablando del General, el Potro viejo, Juan Domingo el único. Es un deber de este cronista aclarar que tanto la señora como sus pajes de turno se dirigieron a la citada plaza de rigurosa infantería o sea a pie tanto a la ida como a la vuelta.
- ¡Que sea la última vez que le piden consejo al camarada Martín del Niño Jesús Carrizo, no doy más de los pies, este tipo es un fundamentalista...! -se quejaba la alcaldesa a la altura de Carne Carne. - ¡Y miren lo que falta todavía...!
-Señora, el 17 de octubre del 45 los cabecitas negras hicieron varios kilómetros para llegar hasta la plaza de mayo... - dijo el secretario de la Cueva mientras se sacaba un pelo de la nariz.
- ¡No me compare con los cabecitas negras, señor de la Cueva! ¡Yo no soy cabecita negra! ¡Para colmo el Diputado anda diciendo que no tenemos plata para el remise!
- ¡Y es cierto Excelencia, no tenemos...! -saltó el tesorero Titín que venía rezagado- ¡Y no tenemos porque se la gastaron toda ellos!
- ¡Señora! ¡Señora! ¡Allá va el Doctor Chapatín con su Mercedes Benz, si quiere lo llamamos! -dijo el asistente Remo Kunz mientras señalaba con el dedo la limousina del abogado.
-¿Y por qué el doctor Chapatín no está caminando con nosotros? -preguntó la gran Jefa con un zapato taco chupete en la mano.
- El doctor dijo que con gusto nos hubiera acompañado pero que lamentablemente sufre de juanetes -aclaró el Inspector al que llaman "Elemento" que acompañaba a la comitiva montado en una moto.
- ¿Y usted Señor Elemento de qué sufre que anda en moto? - lo increpó la Jefa Espiritual de la ciudad.

El inspector miró hacia adelante como si hubiese visto un auto cruzando un semáforo en rojo y desapareció. "Olvidé la leche en el fuego" dijo Elemento acelerando a fondo. El grupo de caminantes, luego de algunos tropiezos, arribó a la plazoleta con la lengua afuera cosechando (debemos reconocer) los aplausos de los sobrevivientes de la gloriosa Juventud Peronista cuyo promedio de edad hoy en día está (más o menos) entre los 73 y 75 años. El acto fue tan apasionado y emotivo que un gato que observaba junto a la estatua del colonizador no aguantó más y se durmió.
- Más que recordar el inicio del Movimiento Peronista parecería que le estamos dando la extremaunción -dijo en voz baja un viejo peronista.
- Es que los compañeros no vienen porque tienen que trabajar. - susurró otro mientras se acomodaba la dentadura.
- ¿Y estos que están acá ninguno trabaja? - preguntó el otro.
- Son todos jubilados.

El acto terminó más triste de lo que empezó. En un momento todos los presentes formaron un abanico mirando hacia el piso como si estuvieran velando el futuro de la ciudad. "Donde está el muerto" preguntó un cabecita negra miembro de la Unión de Estudiantes Secundarios promoción 1947. "No sea ordinario" le retrucó el compañero Rómulo Kunz mientras lloraba amargamente recordando las 20 verdades peronistas. "Estamos haciendo patria" recitó el afiliado Colin mirando a los ojos a la señora Intendenta. "Eso es cierto" dijo el turco Miquere "la patria después de esto va estar como para hacerla de nuevo". La Gran señora besó a todos y dijo que el acto fue un éxito y que lo único que lamentaba es que no había ido gente del semillero del partido. "La gente del semillero debe estar en la incubadora" reflexionó uno que miraba de lejos. "Y nosotros que carajo somos?" preguntó un compañero de noventa recién cumplidos. "Nosotros ya estamos para la autopsia abuelo" le contestó un rengo con cara de rana.
-¡Compañeros! ¡Silencio por favor! - dijo levantando un poco la voz el secretario de la Cueva- ¡La señora alcaldesa procederá a retirarse! Como ustedes sabrán, la conductora del movimiento en nuestra ciudad, la generala en jefa de todos ustedes ha decidido llegar hasta esta histórica plaza a pie y así también habrá de emprender el retorno al Municipio. Los compañeros que quieran unirse a la capitana pueden hacerlo. Nada más, tengan ustedes buenos días...

A continuación se observó un extraordinario desbande. Hasta podría decirse sin temor a equivocación que el compañero Rómulo Kunz salió atropellando a todo el mundo en dirección a un camión pintado de verde, amarillo y rojo de su propiedad. Otros se escondieron entre los arbustos y no faltó el que siguió a la comitiva por media cuadra y luego desapareció.

El paseante desprevenido pudo ver como una mujer regordeta caminaba por la calle Rivadavia seguida por dos hombres trajeados y uno barbudo con la camisa fuera del pantalón. Exhaustos se los vio avanzar por la calle 25 de mayo hacia la plaza. Cruzaron por el sendero central como si cruzaran el desierto del Sahara y arribaron a la pileta con la misma desesperación de un beduino al llegar a un oasis. El tesorero se arremangó los pantalones y revoleando los zapatos y las medias blancas procedió a meter las patas en el agua celeste de la fuente. De la Cueva y el otro funcionario lo imitaron de inmediato. La señora se quedó mirando con cierto asco la escena. "Qué carajo hacen estos tres para llevarse todos los meses casi treinta mil pesos de los fondos del Municipio..." -dijo hablando sola la Reina blanca.
- ¡Señora, venga, que el agua está fenómena...! -le gritó Titín sacándola de su ensimismamiento.

Entonces la alcaldesa, la prima donna de la pampa, se miró los cascos y vio lo que vio, dos muñones colorados e hinchados, con unos dedos regordetes contraídos y malolientes, entonces pensó que todo eso era el resultado de una locura de Martín del Niño el maldito bigotudo que (de paso) se había hecho perdiz y que ella, la única mujer predestinada para salvar el sagrado lugar donde moran los descendientes de aquellos que llegaran desde el Cantón de Valais, ella, la Máxima Zorreieta del arco, no podía claudicar a la grasada de meter las extremidades en el agua de la pileta de la plaza. No. Una señora noble de rancia estirpe, una mina platuda, no podía permitirse esa gronchada.
- ¡Señora, métale...! -volvió a invitar la voz del Tesorero.
- Ya voy -dijo la Jefa espiritual de la ciudad de Pedroni y rengueando se arrimó a la pileta.
 
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