KIRCHNERISTAS CONTRA PERONACHOS DE PALADAR NEGRO.

La mayoría de las veces los acomodaticios y los advenedizos tienen suerte en política y terminan encaramándose en altísimos puestos con suculentos beneficios, pero también existen nichos en la historia de la humanidad en que la regla se contradice. El peronismo esperancino (de alguna forma hay que llamarlo) esperó pacientemente que el milagro llegara, echando mano a cualquier recurso para arrimarse al municipio, probando con candidatos propios y extraños, simulándose pulcro, camuflándose bueno, hasta que el día menos pensado, con una candidata improvisada, una especie de prótesis en una estructura inexistente, llegó, y ni bien llegó comenzó a despilfarrar la confianza de la gente. Prometió cambio y no cambió nada. Prometió orden y no ordenó nada. Prometió obras y no hizo nada. Igual continúa (y continuará seguro) parasitario frente a sus vecinos, sumergido en la desidia y la abulia común en aquellos que no hacen porque están impedidos de hacer. Es imposible que este grupo de funcionarios haga algo. Porque no se puede hacer sin la unidad de acción que proporciona la estructura, no se puede ir a ningún lado sin un jefe. Y no se puede ser jefe sin conocimiento. Si por lo menos tuvieran algunos "idealistas" o, por lo menos, este grupo contara con algunos "realistas", seguramente la cosa andaría mucho mejor, porque en definitiva tanto los idealistas como los realistas aman la acción; pero en el municipio solo pululan los "politiqueros" y los politiqueros (para colmo leguleyos) lo único que hacen es entorpecer, obstaculizar la acción. Abogados que le buscan la quinta pata al gato, tesoreros miedosos y alcaldes que han resignado el mando. ¿Quién puede hacer algo? Para colmo de males la circunstancia
política no los favorece y les exige a estos compañeros amarillos una definición que son incapaces de resolver. ¿Con quién se colocan los miembros de esta caricatura del peronismo que hemos entronizado? Con Reutemann, con Kirchner, con nadie, con el que gana.

¿Cómo puede ser que Albarracín, Bergallo, Alvarez, Matiller, Schnell y compañía se declaren, justamente acá, en la Suiza de las Pampas, en medio del campo, amigos de Rossi? ¡Y pretendan gobernarnos sin haber sido elegidos merced al abandono de la señora alcaldesa! ¿Como puede ser que los peronistas de supuesto "paladar negro" como Carrizo, Potolichio, Andreoli, Strickler, Cursack, Burgi y socios, permitan ese golpe de estado virtual y se queden tan campantes?.
El abogado, el escribano
y la díscola señora

Todo el pueblo comenta que se ha producido un reemplazo en el Municipio esperancino. Todos hablan de un personaje que oficia de albacea de la señora Mamá Juniors y que la consolida, según nuestras fuentes, en posiciones categóricamente suicidarias. El abogado que alienta cierta angurria postergada de poder, ha visto en la abúlica señora una oportunidad para gobernar sin riesgo. Piensa que la débil dama rubia puede debilitarse aún más y que si sobrevive al torrente actual de la adversidad, él mismo, como preferido, quedará al frente del municipio y para debilitarla sepulta a la señora alcaldesa en cuanto berenjenal (preferiblemente jurídico) se le presente en el camino, con el fin de crearle absoluta dependencia de su asesor y regente. De allí que las cosas turbias que pudieran provocar ciertos compromisos con la ley en el futuro, las firma la señora del Cocco, las desobediencias a los jueces y fiscales también quedan bajo la exclusiva órbita de los avales de la señora y ni que hablar de los pagos realizados (principal objetivo del abogado) en ocasión de los compromisos en los que se embarca el municipio entre gallos y medianoche.

Para los peronistas de paladar negro el accionar del abogado es altamente disociador. Los nombramientos realizados a espaldas del partido marcaron una extraña división entre los "distantes" con los demasiado "próximos" a las polleras de la señora. La evaluación que hacen es que si los movimientos del "abogado" y sus compinches avanzan hacia algún estrato superior, es Andreoli quien representa la salida conveniente.

Mientras tanto, un escribano con escribanía en una esquina de la plaza, observa con atención como la primera dama despilfarra la última oportunidad que la historia de la colonia ha concedido al partido de Perón en estas tierras. Hay que tener en cuenta que cuando el escribano decida salir en defensa de la esencia del movimiento no habrá prioridades, ni siquiera la candidata, aunque le colmen los dobladillos con paseos en autos o inauguraciones truchas, no hay perdón para quien desperdició su gobierno con inesperada desidia. Los viejos peronistas la colocaron en el sitial más alto y no le perdonarán el fracaso. No habrá perdón para quien hoy derrama graciosamente el sitio que tanto a costado. Y dolerá, dolerá mucho.