La masa de los glaciares se reduce un 20% y nosotros tan campantes. Habría que empezar a tomarse la temperatura. No es lo mismo ser frío que ser caliente.

“Estamos todavía en invierno y el calor que hace no es muy normal que digamos” –dijo el dueño del boliche de la avenida Córdoba mientras aplastaba una mosca con un ejemplar de “Edición humo”.
-Mire –dijo “El Colo” desde la otra punta de la barra- eso me trae a la memoria dos novias que supe tener en mi juventud, o sea, no hace mucho.
-¿Dos novias? ¿No le alcanzaba con una?
-Una para el verano, Lucía, fría de piel, temperatura fría. La otra, Tita, era “calen-tita”, ideal para temporada de invierno. En verano me peleaba con Tita y me iba con Lucía para que me transmita su carácter gélido.
- Oiga, no sé por qué me parece que me está tomando el pelo –dijo el bolichero.
-De ninguna manera. Hay gente así. ¿Nunca tuvo amigos con mano fría o caliente, acaso? –dijo el Colo.
-Si señor –dijo el otro- había uno que tenía la mano caliente y recuerdo que se la escupía. Era el metabolismo, muy acelerado, cuando respiraba, el oxígeno le entraba en ignición, comía algo y era como si comiera kerosén, El tipo tenía la mano tan caliente que cuando tocaba a una mujer había olor a pelo quemado.
- Bueno, me está dando la razón -dijo el Colo mientras mordía un pedazo de hielo-
-No tuvo suerte con las mujeres, el olor a pelo quemado le impedía hacer cosas con la novia porque los padres se daban cuenta.
- ¿Y qué es de la vida de ese muchacho de las manos calientes? –quiso saber el Colo.
- Trabaja en una tintorería, hace planchado a mano. –sonrió el bolichero.

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