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Actualidad

Año: 18

Número: 616

CON TODAS LAS CARETAS, VAMOS JUNTOS.

CON TODAS LAS CARETAS, VAMOS JUNTOS.

“¡Atención!” –gritó el secretario Gómez y las puertas del Salón Blanco se abrieron de par en par dando paso a la Gran Señora Alcaldesa, flanqueada por cinco bastoneras de las comparsas locales, todas moviendo la carrocería al ritmo aggiornado de la marcha peronista, marcha que atronaban sin asco, con un redoblante y una corneta, dos morochos ataviados con blusas azules y amarillas con mangas abullonadas.

-¡Basta! ¡Stop! –dijo la Intendenta con cara de guerra y levantando la chancleta en dirección a los negros del redoblante que de inmediato detuvieron el escándalo.

Los miembros del gabinete en posición de firmes, aguardaron que la señora bajara la ojota “Adidas” para sentarse. La alcaldesa dejó la chancleta a un costado y se apoltronó en el sillón de la cabecera, secundada por un “amontonadero” de plumas coloradas, azules y verdes que le hacían marco colorinche y oficiaban de contrapunto a la cara de gravedad manifiesta (Por no decir otra cosa) de la primera dama.

“Aquí estamos –dijo con el dedo al aire- para inaugurar los carnavales de este año. Las carnestolendas que vienen a distraer un poco a los vecinos de todas las pálidas, aumentos de la luz y otras porquerías. También sirven para entretener a los que nos están criticando y dicen que no hacemos un carajo.”

La señora semblanteó a todos los secretarios y con el cejo fruncido amenazó con rajar al 25% empezando por los que atorranteaban. Después le dio la palabra a la señora Robledo quién con voz temblorosa dijo que el Municipio anunciaría un importante aporte para las comparsas. Los periodistas presentes, se despertaron y sacaron sus herramientas para ilustrar el anuncio. Robledo hurgueteó en los bolsillos de su pantalón y sacó un papel arrugado, mientras los morochos del tambor arrancaban con un redoble de suspenso.

“El Municipio, en gran esfuerzo y gracias a la gestión de nuestra señora Intendenta ha incluido en el presupuesto de este año, un aporte económico para los emprendimientos locales, entre los cuales se encuentran las comparsas, murgas y cocoliches acá presentes.”

“Ese aporte consiste en…” (redoble de tambor, tacatatatatrrrrrrr…)

“¡La compra de veinte plumeros en los comercios de la plaza local que serán distribuidos en partes iguales entre las dos comparsas más destacadas cuyos representantes se encuentran en este salón!”

El morocho del tambor y el otro de la corneta metieron los instrumentos en bolsa y no disimularon su descontento. Las bastoneras abandonaron su actitud erguida y se encorvaron de inmediato ante el peso de los arneses.

“Los plumeros podrán ser desarmados a gusto y paladar de los responsables del cotillón para utilizar las plumas” –alcanzó a decir tímidamente la secretaria de cultura. De inmediato la reunión se dio por concluida. Antes la señora alcaldesa ordenó entregar DIEZ PESOS a cada integrante de la comparsa.

“Por la molestia” –dijo. Enseguida se calzó la ojota, se sopló el flequillo y se retiró.