No es novedad que nuestra ciudad cuenta con una superpoblación de perros. Los estudiantes universitarios aportaron a la pasión local por las mascotas y (censo aparte) hoy debemos tener más de cinco mil perros alojados en las casas de nuestros conciudadanos. Imaginar, a partir de ese dato, la enorme cantidad de soretes que se desparraman por día en calles y jardines de la ciudad es sencillo, un simple cálculo matemático nos arroja por parte baja más de 20.000 deposiciones diseminadas esperando por alguna idea útil.  ¿Qué espera entonces el Concejo para presentar un proyecto que solucione este desperdicio? ¡Y el ejecutivo Meiners, qué está esperando para ordenar al Liceo Municipal la organización de un curso de artesanías utilizando como materia prima los soretes abandonados!  

Señores, esto es serio. Está en juego la suerte de la ciudad y -ojo- también del planeta. ¿Cuánto tiempo se necesita para que Esperanza quede a merced de la materia perruna? ¿Un año, dos, diez años? ¿Qué será de nuestros nietos, cuando salgan a la calle y vuelvan idefectiblemente con soretes pegados en los zapatos? Por eso, juntemos firmas, unámonos, es necesario exigir a la Intendenta que tome cartas en este peliagudo asunto. El Liceo Municipal puede ayudar, los artistas plásticos, tenemos fundaciones que pueden organizar muestras de las obras, es urgente organizar un curso para reciclar los soretes antes que sea tarde. Después no digan que no les avisé. 

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