Un grupo que se reunió en la sala parroquial, con un cura que abrió la puerta y muchas ganas de hacer algo, con otra forma, ventilando las viejas costumbres y con la coincidencia de algunos amigos (entre los cuales salta a las claras la pasta de buenos comediantes) se presentó en la sala cultural Dante Alighieri una creación colectiva a la que le dieron título: "No hay lugar".  Pero, título puesto, no habrá lugar en esta sociedad carente de valores para dar alimento al espíritu del hombre trascendente, es cierto, no hay o en todo caso hay poco lugar para eso.  Pero sí que hay lugar para que los esperancinos se animen a estas propuestas que traen el aire fresco del mensaje eterno, que permanece, que distingue al hombre y lo libera de la determinación natural. Un trabajo que tiene un valor casi sin medida porque la convocatoria a gente que no vemos habitualmente en esos trotes no tiene precio. Y los esperancinos lo saben. Muy bueno.

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